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Las temibles formas políticas. Israel González Delgado

Las temibles formas políticas. Israel González Delgado

Columnas jueves 09 de febrero de 2023 -


En política, los símbolos y los rituales forman parte, efectivamente, de un idioma político que a veces se traduce en alianzas, rupturas, ofertas y mensajes. Sin embargo, también es un poco triste que sea el sembrado de un presidio y quién se quedó sentado lo que ocupe, no las columnas de chismes y trascendidos (que para eso están) sino las primeras planas de casi todos los medios. La presidenta de la Suprema Corte “no se levantó” a aplaudirle a AMLO, aunque lo cierto es que aplaudió estando sentada.

Se ha intentado, además, sacar una afirmación de la militarización del hecho que los secretarios de defensa y marina se hayan colocado más al centro. La sobre interpretación del protocolo de un evento oficial de rutina, recuerda las épocas del misticismo priísta, donde la fuerza de un apretón de manos en el brindis, supuestamente, podía significar desde una candidatura hasta el exilio sexenal. Jis y Trino, en un viejo cartón, se burlan de este críptico lenguaje revolucionario institucionalizado, y hasta un diccionario sacan para traducir frases como la de “Me gusta tu trabajo; nomás abusado, mete segunda”.

Una locura en esa época, y también en esta. Lo difícil es, si se quiere hablar de símbolos, hacer un ejercicio que no caiga ni en en el simplismo ni en la cursilería. Desde antes del evento, los focos de varios analistas estaban en el hecho de que “no fue invitado el presidente del INE”.

Eso, aparentemente, era un mensaje claro de que el INE y el gobierno estaban peleados. Como si esa confrontación no fuera abierta y pública, y necesitara de un experto en rituales protocolarios. Pero lo cierto es que tampoco estuvieron en el presidio la titular de la CNDH, la presidenta del INAI, el presidente del INEGI ni el gobernador del Banco de México. ¿También está peleado con ellos? Por supuesto que no, pero si en fechas recientes hubiesen estado esas instituciones en las primeras planas, alguna interpretación malviajada hubiese salido para construir la “evidencia” de lo que fuera.

Se ha exagerado el sillagate para ambos lados, y creo que esto parte de que no hemos caído en cuenta de que la comunicación de los actores políticos es ahora permanente y masiva. Cuando no existía twitter, ni youtube, ni conferencias diarias, lo que pasaba en esos actos ceremoniosos, lo que “se decía sin decirlo” era una manera de acceder a las intenciones y agenda de los participantes que, por otro lado, se mantenían fuera del ojo público en la cotidianidad. Creo que ya no hay necesidad de eso. Otra vez, no es que haya desaparecido el ritual, sino que ya importa mucho menos, porque los respaldos, repudios e insultos son cosa de todos los días, descarados y en tiempo real.

En tiempos donde un político puede decirle a otro que es un corrupto, junto con otros diez calificativos en un programa de televisión o un noticiero, en el que uno desafía al otro en videos que cualquiera puede ver, me parece que aplaudir de pie o sentado en un evento no tiene demasiada importancia. Eso sin contar que “el protocolo” es algo bastante difuso en un país donde las formas políticas fueron haciendo sus propios manuales de cortesía y de descortesía, alejados de cualquier normatividad oficial.

En lo que respecta al “discurso” pronunciado por alguien sobre temas abstractos, también hay que tomarlo con moderación. La retórica sirve para inflamar ánimos específicos pero rara vez para evaluar los móviles o predecir el comportamiento de un actor político. Que la ministra habló de independencia judicial y esto fue una “clara provocación”. ¿Podía hablar de otra cosa? ¿Hay algún miembro del poder judicial que no hable de la independencia judicial en un discurso? ¿Ha habido algún ministro que NO defienda la independencia judicial en público? Pocas veces ha habido discursos más beligerantes en pro de la democracia que los de José López Portillo, y en pro de la tolerancia, que los de Díaz Ordaz.

El gran discurso sobre honestidad personal sigue siendo el “checkers speech” de Richard Nixon antes de ser presidente y mucho antes de que se volviera el poster boy de las chicanadas electorales. ¿La forma es fondo? A veces, pero la verdad ya no tanto. En el caso, la independencia judicial se notará en las sentencias, y el respeto a la división de poderes en el acatamiento de esas sentencias. Lo demás es botana para ociosos.

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/CR

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