Columnas
Como es lógico y natural, en esta ocasión se impone hacer un balance de la actuación mexicana en los Juegos Olímpicos de París 2024. La cosecha de medallas fue no sólo modesta, sino aún pobre, muy pobre. Por más que nuestros clavadistas y nadadoras artísticas merecían una mejor calificación por parte de los jueces, muchos atletas mexicanos se vieron incapaces de competir contra los mejores del mundo. ¿Las causas? Podríamoshablar de la proverbial ineficiencia e incluso corrupción que priva en muchas de las federaciones, donde los directivos suelen clavarse recursos que, en el mejor de los casos,llegan mermados a su destino; recordemos el muy escandaloso caso de Kiril Todorov, quien resultó un pájaro de cuenta corrupto a más no poder que provocó incluso que la Federación Mexicana de Natación fuera desafiliada por World Aquatics; también se podría mencionarcómo ciertos presidentes de federaciones se eternizan en sus cargos sin dar jamás buenos resultados; incluso se podría debatir sobre la evidente falta de mentalidad ganadora que se percibe entre los nuestros en momentos cumbre de las competencias, cuando su fuerza y espíritu se desmoronan. En fin, hay mucho de qué hablar sobre la mala actuación nacional.Pero intentaré ir al verdadero fondo:
Anteriormente he mencionado que el deporte es un reflejo de la sociedad, por supuesto que en el caso mexicano no es diferente; en nuestro país no existe una cultura del deporte o formación deportiva. Los mexicanos no solemos practicar regularmente alguna disciplina (los oficinistas fofos que van al gimnasio después del trabajo no cuentan). En las escuelas públicas y privadas por igual (aunque hay excepciones), la materia de Educación Física se imparte más o menos así: el profesor, egresado de la Escuela Superior de Educación Física(ESEF), dependiente de la SEP, pone a los niños a hacer calistenia, luego unas sentadillas, lagartijas y algún que otro ejercicio, para después sacar el balón de fut o básquet y ponerlosa jugar. Nada que tenga qué ver con un auténtico programa de formación deportiva, nada que fomente una cultura del deporte. Y claro, con los magros recursos de infraestructura y equipos con los que cuentan, sabedores de que hay alumnos que ni siquiera han desayunado, los profes de Educación Física hacen mucho. Así es a lo largo de toda la educación básica, de manera que, al momento de llegar a la preparatoria, donde sí suele haber programas deportivos, ya es en general demasiado tarde, dado que el talento debe ser captado en etapas tempranas de la vida para su pleno desarrollo. La sociedad nutre al alto rendimiento, pero ésta no genera talento suficiente porque no posee una sólida cultura deportiva, a lo que hay que agregar que históricamente el Estado no se ha interesado por fomentarla.
Resulta un triste contrasentido que el país cuya economía es la doce del mundo, con dos millones de kilómetros cuadrados de extensión y una población de 130 millones, sin incluir a los 30 millones que viven en Estados Unidos, ocupe el lugar 65 del medallero olímpico.