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16 horas críticas

16 horas críticas

Nación miércoles 31 de marzo de 2021 -

Por Martha Bautista

Una noche, antes de dormitar, fijé mi vista en el techo industrial, metálico y en las luces que nunca se apagan del todo, pertenecen a la Unidad Temporal Covid-19 en el Centro Banamex, el espacio en el que por 16 días recibí la atención médica necesaria, luego de resultar positiva a coronavirus.


Hoy me tocó a mí, y aunque con mis hijos y esposo habíamos hablado de esa posibilidad, nunca alcanzas a prever el giro que da la vida de la familia, ante una situación de contagio por el virus SARS-CoV-2.

El 20 de febrero, se presentaron algunos síntomas: tos, temperatura, dolor de articulaciones y flujo nasal. Me aislé y busqué de inmediato asistencia médica, recordé lo que en alguna ocasión el médico infectólogo, Jorge García-Méndez, me había dicho: “ante la aparición de cualquier síntoma, en la primera opción que debemos pensar es en Covid". No lo dudé.

La prueba PCR confirmó la presencia del virus. Aparentemente, no debían presentarse problemas, pues ya estaba recibiendo tratamiento; sin embargo, todo dio un giro una semana después, algunos estudios revelaron que la situación no estaba controlada. Norma, una amiga de la infancia, y Jorge, su hijo, fueron insistentes en que me internara para recibir mayor atención, me advertían de los graves riesgos que implicaba no hacerlo; el último domingo de febrero, ingresé al Centro.

En el triage contiguo al Hospital Rubén Leñero, mi hijo y yo hicimos la solicitud para ser atendidos en esa unidad hospitalaria. Fuimos aceptados y, desde que llegamos, nos abrazó la calidad humana de su personal en general. Nos asignaron una cama; con rapidez iniciaron los expedientes elaborando la historia clínica; también, nos realizaron estudios, placas de tórax y muestras de sangre del antebrazo y la muñeca, todo esto determinaría la gravedad de la situación que atravesábamos; en mi caso, posteriormente, me iniciaron el suministro de oxígeno. Óscar, mi hijo, estuvo en observación 10 días, afortunadamente en él la enfermedad se presentó levemente. Hasta ese momento, sólo podía pensar en que mi esposo y mi hija de 11 años no se hubieran contagiado.

Una doctora me advirtió que estaban por empezar los días críticos por el contagio del virus. Así fue, aun cuando me iniciaron el suministro de remdesivir, dexametasona y baricitinib, la situación se complicó, el oxígeno que me suministraban no era suficiente, por lo que fue necesario que me trasladaran al área de oxígeno de alto flujo.

Un día después, me enteré que estuve en observación 16 horas, las cuales los médicos consideraron críticas. De no haber alcanzado una condición estable, me hubieran trasladado al área de Terapia Intensiva.

Durante 9 días, estuve en esa zona, de manera constante. Especialistas, médicos generales y personal de enfermería, revisaban la oxigenación y demás signos vitales. Cuando lo consideraron, con cautela fueron disminuyendo el oxígeno de alto flujo con el fin de retirarlo. Una vez alcanzado el objetivo ya era posible retornar al área de hospitalización general, para con la ayuda de fisioterapeutas continuar con la recuperación y dejar de utilizar el oxígeno totalmente.

La recuperación luego de padecer Covid-19 es lenta. La mayoría de los pacientes tiene secuelas pulmonares y aún desconocemos qué otras se puedan presentar en el futuro.

La atención oportuna es fundamental. Gracias a todos aquellos que estuvieron pendientes, su apoyo fue fundamental, pero sobre todo gracias a Dios, por esta nueva oportunidad.


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JG/CR

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