SERGIO GONZÁLEZ
Nos urges, 2021. Sabemos que estás por llegar y entiendo que en el arco de tus confines se avizoran mejores tiempos. Esa normalidad o algo parecido es la urgencia del volvernos a ver y cantar juntos o reírnos unos de otros; del “comamos en la semana”; del compartirnos confidencias al oído y en sesión sin temor a perder el gusto o el olfato, la vida o la tranquilidad.
Urgente ver a mis hermanos, primos y tíos y burlarnos en persona de nuestras canas y arrugas (salvo las de mis primas, tías y Very) en un jardín junto a un buen asador bajo el sol inclemente del verano juarense o texano o el fresco del octubre tijuanense. Urgente, naturalmente, abrazar a mi madre con sus canas, las que el tiempo le causó y las que yo le propiné.
Poderme ir toda una tarde a comer, a los libros y al cine con cada uno de mis hijos (Jock, Güero y Gna-gna) por separado, o hacerlo todos juntos, sin mayor prisa que la del fresco de la tarde o la hora de dormir y sin mayor precaución que no perder las llaves del auto o el boleto del estacionamiento.
Urgente ver en persona a mis compadres y comadres, los y las de registro oficial y los y las de puro afecto, a quienes me hermana desde siempre la convicción por la democracia, el compromiso por la acción, el pesar por las derrotas y el entusiasmo por los triunfos. Con ellos y ellas comparto el gusto por las letras, que son mejor con vino; el gusto por la función pública, que es mejor con integridad y la batalla por la vida, que es mejor en libertad (y con trabajo).
Ver en persona a mis alumnos y alumnas, pues la clase es mejor de cerca que en pantalla y porque en realidad no nos conocemos bien a bien y la verdad es que el proceso de enseñanza-aprendizaje es presencial o no será.
Frente a estas añoranzas recordé el aforismo chino que dice que cuando uno extraña a alguien, como es el caso, un día se siente como tres otoños, la estación más triste y melancólica según la ciencia y Vivaldi. Así se sintió todo el ominoso 2020, con todos sus miedos y presagios, daños y dolores, amenazas y lesiones. Vete ya, por favor. Déjanos empezar de nuevo con esperanza renovada, propósitos reforzados y coraje reiterado.
Despidamos este infausto triple otoño, agradeciendo que seguimos aquí y esperando que en diciembre del año que entra ya no nos falte nadie más y que la sal de nuestras lágrimas corra por la resignación por lo perdido, claro, pero también por el gusto, inmenso, necesario y merecido, para los que usamos cubrebocas, de volvernos a abrazar. Feliz año nuevo 2021.
gsergioj@gmail.com
@ElConsultor2