México es uno de los países más importantes del planeta, nos encontramos en el número 16 mundial en generación del PIB, contamos con la segunda biodiversidad del mundo, tenemos enormes litorales, grandes reservas en metales preciosos y minerales estratégicos, generamos una de las producciones agrícolas mundiales más importantes y, además, somos los herederos de dos de las 21 civilizaciones en la historia de la humanidad.
Sin embargo, los conquistadores terminaron con nuestra confianza y nos hicieron acomplejados, existe un fresco en el pueblo de Malinalco, Estado de México, donde muestra la flora, frutos y fauna del paraíso, los cuales vienen del viejo continente; los del infierno, obviamente son aquellos endémicos como el cacao, maíz y jaguar, entre otros; curiosamente apropiados por el viejo continente para venderlos al mundo entero, tal es el caso de los chocolates que ya son símbolo de tradición suiza.
Lo anterior nos deja una dura reflexión sobre nuestra autoestima colectiva, hay muchos nacidos en nuestro país que son nietos de árabes, judíos, españoles, ingleses, alemanes, etcétera; piensan y se sienten extranjeros, desprecian nuestra cultura y a los pueblos originarios, solamente alaban su linaje foráneo negando la patria que le dio asilo a sus ancestros.
Como muchos sabrán los Alebrijes son una representación del Toná que es la energía que se ve y se siente, para la cultura zapoteca, el animal protector recibía el nombre de toná y estaba vinculado a todo individuo desde su nacimiento. El Nahual es la energía que no se ve, pero se siente.
Alebrije, curiosamente, esa palabra se acuñó en la Ciudad de México, tiene que ver con el sincretismo de varios animales fusionados en una sola pieza; pienso no hay nada más mexicano que esa expresión artística, nos representa como pueblo, cada uno de nosotros somos esa mezcla única, la cual tiene color exacto, las grecas le dan su carácter irrepetible, hay de todo, majestuosos, tímidos, elegantes, monstruosos, en fin, pero todos son bellos, así como somos todos los mexicanos.
En San Martín Tilcajete, Oaxaca, cuna de los mejores talleres especializados en la creación de estas obras de arte, también es muestra de la unión y la ayuda colectiva, donde la envidia no es conocida y la calidez junto con la armonía nos enseña que los mexicanos somos un solo pueblo, esa gran lección nos la da el maestro Jacobo Ángeles al promocionar personalmente las creaciones de los otros maestros de su comunidad.
EN POSITIVO, gracias a mi amigo Adrián Noriega tuve la oportunidad de conocer el trabajo del estado de Oaxaca en favor de la educación, cultura, pero, sobre todo, la tarea que hacen al sumar el esfuerzo de las regiones para el desarrollo de las poblaciones indígenas. Es refrescante ver que a pesar de la adversidad hay trabajo colectivo en favor de México.