Cruel ironía que el gremio directamente agredido por las políticas clientelares del Presidente de la República, en donde la disminución de los recursos para los residentes; el recorte presupuestario para hospitales e institutos nacionales (como Cancerología, INER y Nutrición) que costaron vidas de pacientes con cáncer y VIH, ahora sea llamado a la primera línea de combate, ante una pandemia que el titular del Ejecutivo no dejó de descalificar, como siempre lo ha hecho con las instituciones de un país en crisis económica, y ahora sanitaria.
Por supuesto que no es adjudicar al gobernante la existencia del virus que tiene en jaque a las economías mundiales, lo que sí es su responsabilidad es mantener el correcto funcionamiento de las instituciones para que llegada una emergencia (los servicios médicos son de emergencia), sea atendida de la mejor manera. Ni el mundo, ni México preveían esta contingencia, efectivamente, pero a diferencia del gobierno mexicano, respondieron a la crisis con los recursos a su alcance, movilizando sus instituciones y poniendo en cuarentena a sus sociedades.
Mientras el Presidente se regodeaba en sus cotidianos baños de pueblo, la canciller alemana A. Merkel calificó la crisis sanitaria como el mayor reto de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. No es poca cosa, ni la referencia a esa experiencia traumática, ni que lo proclame la mujer más poderosa del mundo, no caracterizada por la irresponsabilidad de las palabras —a diferencia de López Obrador— y con un doctorado en Química. Alemania canalizó ilimitados recursos para lidiar con la enfermedad, mientras nuestro Presidente saca amuletos en clara burla y menosprecio hacia una situación que ya comenzó por llevarse la primera vida, y donde según testimonios de familiares de pacientes en el INER, no se cuentan con insumos básicos para atender a los infectados. Recordemos que posiblemente el fallecido se contagió y tuvo contacto con otras personas en un evento masivo que no tenía por qué haberse realizado.
El mundo en cuarentena, y nuestro gobernante en la azotea de Palacio Nacional tocando la lira mientras todo se quema, siendo aclamado sin pudor alguno, llenándose de justificaciones pedestres, con una dosis sorprendente de infantilismo y de ignorancia, cuando es momento de ser serio y de replantear críticamente muchas malas decisiones que comprometen el futuro del país.
El gobierno federal mexicano es responsable directo de cada vida que se cobre por las carencias del sistema de salud. Cada fármaco ausente, cada consulta cancelada, cada falta de cama y cada médico calumniado, son obra de un solo hombre que ha jugado a la concentración del poder y a su opacidad, que cree que se puede gobernar a capricho sin hacerse de los recursos necesarios para lidiar con la fortuna. La virtud de un gobernante se legitima cuando la crisis aparece.