Se cumplen 40 años del estreno de amor sin barreras, clásico musical por demás olvidado, tanto por las viejas generaciones como por las actuales, que parece no conocerlo en lo absoluto, a pesar de que bastante tiempo estuvo en catálogo de Netflix. A sabiendas de la nueva versión producida y dirigida por Steven Spielberg, próxima a estrenarse, valdría la pena hablar de este clásico.
Inspirada en el Romero y Julieta de Shakespeare, la puesta en escena de Jerome Robbins reviste su tragedia de música y coreografías grandilocuentes en donde las “familias” rivales son dos bandas juveniles que, empecinados a marcar su territorio, luchan a muerte por expulsar al contrario del barrio: los Jets, jóvenes de la región y por otro lado los Sharsks, los invasores puertoriqueños.
Doc, el propietario judío de la cafetería local, es quién mejor podría reducir el filme cuando expresa a las pandillas callejeras en guerra: "¡Ustedes, niños, hacen de este mundo un mundo horrible! ¿Cuándo van a parar?".
En el centro de estas “familias”, están Tony y María. Él, un antiguo miembro de los Jets, que ha decidido dedicar su vida al trabajo y que mantiene su puesto honorario como antiguo líder. Ella, hermana de uno del líder de los Sharks, manteniéndose alejada de los asuntos de su hermano, hasta que conoce a Tony.
La crítica de ese tiempo se dividió. Algunos la consideraban el mejor musical jamás realizado, para otros resultaba tonta, frenética, anticuada y sensible. Una cosa es cierta, parte de la puesta en escena no ha envejecido de la mejor manera, pero eso no es culpa del filme, el cine en los años cincuenta y sesenta, mantenía cierta personalidad que ya no cuadra en estos tiempos.
Si bien la critica se dividió, el público termino por adorarla. Y como no, si llenaba al espectador de sentimientos y sensaciones, y se atrevía a retratar temas tan trascendentes como el racismo y la inmigración en un país que hoy día no ha logrado superar sus prejuicios raciales.
Por otro lado, hay que decirlo, por momentos en que nuestros protagonistas palidecen ante la imponente Rita Moreno, que canta, baila y desborda pasión ante la cámara y en cada escena. Y la cual le toca fungir como pistoletazo de salida para del drama en el que se convertirá el filme, brincando de Celestina a personaje ultrajado y casi abusada sexualmente.
Mención aparte la música y las coreografías. La historia de un grupo de jóvenes rivales a muerte, con navajas, odió racial, e intento de violación incluido podría resultar algo irrisorio al ser revestido de baile y música, mas no es así; los jóvenes a manera de jauría salvaje danzan los unos contra los otros.
Amor sin barreras es un clásico que tiene que verse indiscutiblemente.