En 2024, las estafas relacionadas con criptomonedas movieron al menos 9,900 millones de dólares en la cadena de bloques, una cifra que podría incrementarse conforme se identifiquen más direcciones ilícitas vinculadas a fraudes en los próximos meses.
Desde 2020, los cálculos anuales sobre la actividad fraudulenta en el ecosistema cripto reflejaron un crecimiento promedio del 24% año tras año. Con base en esta tendencia, se estimó que el total de ingresos ilícitos derivados de estafas en 2024 podría superar los 12,000 millones de dólares.
El ecosistema del fraude con criptomonedas se volvió más sofisticado en los últimos años, a medida que los estafadores implementaron estrategias más elaboradas y profesionalizaron sus métodos de engaño.
Entre las diferentes modalidades de fraude, las estafas de inversión de alto rendimiento (HYIS) y las denominadas "carnicería de cerdos" captaron la mayor cantidad de criptomonedas, con un 50.2% y un 33.2% del total respectivamente.
A pesar de concentrar la mitad de los ingresos por estafas en 2024, las ganancias derivadas de las HYIS cayeron un 36.6% respecto al año anterior, mientras que las obtenidas a través de la carnicería de cerdos registraron un aumento cercano al 40%.
Las estafas de carnicería de cerdos, también conocidas como fraudes de inversión o románticos, consistieron en la manipulación emocional de víctimas, estableciendo relaciones con ellas para persuadirlas de realizar inversiones fraudulentas. Estas estafas se originaron principalmente en grandes complejos de fraude ubicados en el Sudeste Asiático.
Durante 2024, los datos en la cadena evidenciaron el crecimiento de cinco tipos principales de estafas: carnicería de cerdos, envenenamiento de direcciones, drenadores de criptomonedas, fraudes en transmisiones en vivo y chantaje/extorsión.
No obstante, el importe promedio de los depósitos en estafas de carnicería de cerdos experimentó una caída del 55% en comparación con el año anterior. Este fenómeno sugirió un posible cambio de estrategia por parte de los estafadores, quienes podrían haber optado por dirigirse a un mayor número de víctimas, reduciendo el tiempo de preparación y obteniendo pagos menores pero más frecuentes.
Los drenadores de criptomonedas, otro de los principales destinos de los fondos obtenidos mediante fraude, continuaron expandiéndose con un incremento interanual del 170% en ingresos, un crecimiento del 55% en el tamaño de los depósitos y un aumento del 75% en la cantidad de depósitos recibidos.
De manera similar, los ataques de envenenamiento de direcciones utilizaron la infraestructura de la cadena de bloques para engañar a las víctimas. Los estafadores seleccionaron objetivos, analizaron sus patrones de transacción y contactos habituales, y generaron direcciones criptográficas casi idénticas a aquellas con las que las víctimas interactuaban con frecuencia.
Mediante el envío de pequeñas transacciones desde estas direcciones manipuladas, los estafadores lograron "envenenar" la libreta de direcciones de sus objetivos, facilitando así el desvío de fondos a sus propias cuentas.
En 2024, el volumen de criptomonedas enviadas a estafas de envenenamiento de direcciones se disparó en más de un 15,000%, impulsado principalmente por un ataque masivo ocurrido en mayo. Los datos en la cadena de bloques revelaron que los perpetradores de este tipo de fraude se enfocaron en usuarios con saldos de billetera significativamente superiores al promedio.
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