Por Onel Ortiz Fragoso
@onelortiz
Hace unos días, medios de comunicación publicaron que Claudia Sheinbaum sumó a su equipo de comunicación a Antoni Gutiérrez-Rubí. Dicen, o mejor dicho él dice, que llevó al triunfo a Gustavo Petro en las pasadas elecciones colombianas.
En Argentina, comentan que Gutiérrez-Rubí asesoró Alberto Fernández, a Cristina Fernández de Kirchner y al ministro de Economía, Sergio Massa. Que en España, trabajó con el PSOE, con Alfredo Pérez Rubalcaba; mientras que en 2018, colaboró con el PP, asesorando a Juan Manuel Moreno Bonilla, el primer gobernante popular de Andalucía.
Es bueno que Claudia contrate asesores externos. Entiendo que las otras corcholatas presidenciales hacen lo propio. De algo servirán, ojalá desquiten los dólares que cobran. El frenesí de la contienda provoca en los aspirantes una especie de miopía de gabinete. Pagan millonadas por obviedades.
En la carrera morenista por la presidencia de la república hay dos etapas. Primero, hay que ganar una en cuesta. Segundo, una elección. Es la misma ruta, pero no es igual. En la primera se trata de percepciones, en la segunda, de votos.
¿Cómo se gana una encuesta? No detallaré acciones por las cuales Gutiérrez-Rubí y otros asesores cobran millones. Digamos cuatro referencias generales que todos los aspirantes hacen, que caminan al filo de la legalidad y que son efectivas. Muchos espectaculares para fijar nombre y cara. Entrevistas en TV para colocar mensaje. Pautar en redes sociales, particularmente en Facebook, Whatsapp y YuoTube, las tres redes consentidas de los mexicanos. Finalmente, el rumor de boca en boca.
AMLO repite y repite que no hay tapado. Es verdad. Las tres corcholatas presidenciales tienen su confianza. Claudia posee dos aspectos que pueden ser clave para su eventual triunfo en la encuesta y posteriormente, en la elección. Su pertenencia al CEU y al Cardenismo. Es verdad que el empuje de AMLO será fundamental para las dos fases del proceso, encuesta y elección, pero no lo será todo, menos en la CDMX.
La Jefa de Gobierno fue ceuista, el movimiento estudiantil más importante después de 1968. Claudia carece de equipo con experiencia y consistencia política. Comanda burócratas y técnicos. Cualquier dirigente ceuista de los ochentas o noventas le da tres veces la vuelta a los operadores políticos de Claudia. Pero no convoca a ceuistas, como que solamente quiere tener empleados o consultores, no equipo.
Sin el cardenismo, simplemente AMLO nunca hubiera sido presidente de la república. Claudia antes de ser lopezobradorista fue cardenista. Recobrar y representar esta tendencia de la izquierda mexicana le daría a la Jefa de Gobierno un plus político y electoral, al cual no pueden aspirar las otras corcholatas. Claro, al menos que recurrir al CEU o al Cardenismo lastime la confianza de AMLO.
La política es de bronce.