Ernesto Villanueva
El año próximo habrá elecciones para gobernar Oaxaca. En este momento se tiene la impresión en la sociedad oaxaqueña de que quien surja como candidat@ de Morena (que irá en coalición con el PVEM y el PT) tendrá una amplia expectativa de triunfo. Por lo anterior los eventuales abanderad@s por las demás expresiones políticas tienen un horizonte difícil. En Oaxaca se tiene, además, la convicción de que el actual gobernador Alejandro Murat no buscará intervenir al margen de la ley en este proceso electoral. El pragmatismo de este gobernador no sólo le ha ganado puntos en el ánimo presidencial, sino que se ha reflejado en mayores recursos del erario federal para l@s oaxaqueñ@s. Se ha generado aquí una verdadera paradoja, su antecesor Gabino Cue, de quien se esperaba mucho, salió con grandes señalamientos negativos; por el contrario, Murat, quien llegó con bajo perfil ha resultado un gobernador a la altura de las circunstancias. Una de mis inquietudes, donde reconozco que no he podido avanzar en materializar legislativamente la idea, es en estimular que por ley se establezcan mecanismos para minimizar, con un alto margen de certeza, la corrupción por acción u omisión de los servidores públicos a través de exámenes de control de confianza completos; es decir, efectuados por organismos especializados independientes con reconocimiento de la American Polygraph Association (https://www.polygraph.org/about-the-apa) que no sólo- esto es muy importante dejarlo claro- es la asociación más reconocida de Estados Unidos, sino del mundo entero. No basta un examen de control de confianza por sí mismo, sino que éste observe rigurosamente los procesos estandarizados en el ámbito internacional. No es, sin duda, una iniciativa fácil a pesar de su evidente necesidad; antes bien, sinuosa y complicada por las resistencias culturales tanto de gobernantes como de gobernados en México. Con todo, en Oaxaca hay un precandidato quien es el único en México que ha aprobado un examen de control de confianza, a la luz de los más estrictos estándares en la materia. Se trata del vicecoordinador del PT en la Cámara de Diputados, Benjamín Robles Montoya, quien como candidato a gobernador por el PT a la gubernatura de ese estado en el 2016 aceptó someterse durante cuatro horas a las diversas pruebas que implica un verdadero examen de control de confianza no controlado (http://gestyy.com/epjvLe). Y lo aprobó con requisitos similares a los que se les pide a un directivo de finanzas de una empresa multinacional, donde ahí sí se utilizan estas herramientas para las que originalmente fueron diseñadas. Esta inédita muestra de prendas personales en materia de integridad en la política, además, por supuesto de la destreza política y de la experiencia de gobierno de larga data de Robles Montoya, pone de relieve que la honestidad puede adquirir carta de naturalización en el país. Y ese dato debería hacer diferencia sustantiva en los criterios de selección para obtener la candidatura de MORENA, PVEM y PT a gobernar Oaxaca. Las preguntas de fondo deben ser al menos dos: ¿Cuánto honestidad y probidad puede resistir el pueblo de Oaxaca y el de México en sus gobernantes? ¿Debe seguir siendo la premisa de que en política el único pecado que no se perdona es la falta de complicidad?
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