En los estados democráticos para garantizar los derechos de las personas es necesario la creación de instituciones en donde la confianza de sus habitantes es fundamental para la gobernabilidad.
Lo anterior, si entendemos a la confianza institucional como la forma en que la ciudadanía percibe el desempeño de sus autoridades.
En México la confianza hacia los representantes populares e instituciones ha ido en declive, la cual se puede medir con los índices de participación ciudadana, en el descontento social con los actores políticos ligados a actos de corrupción y las redes sociales que se han convertido en forma de expresión y denuncia.
Las distintas encuestas que miden la preocupación de los mexicanos la inseguridad y corrupción encabezan la lista, siendo el servidor público el más desprestigiado. De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad, la policía ocupa el primer lugar entre las instituciones que se perciben como las más corruptas, seguido de los partidos políticos y el Poder Legislativo; por su parte el INEGI2019 señaló que cerca del 16% de los mexicanos que tuvo contacto con algún servidor público sufrió algún acto de corrupción. En el contexto internacional, el ranking Estado de Derecho 2021 que mide la corrupción a partir del soborno, conflicto de interés y malversación de recursos tanto en el sector público como privado, México ocupa la posición 135 de 139 países evaluados con mayor índice de corrupción.
Respecto a la confianza institucional, los partidos políticos son en quienes menos confían los mexicanos, seguido por los diputados, sindicatos, senadores y la policía (Mitofsky2019). Por su parte la Encuesta Nacional de Cultura Cívica 2020, da los peores puntajes de confianza a los servidores públicos, empleados de gobierno y partidos políticos, a diferencia de las universidades públicas quienes obtuvieron la mayor puntuación.
Es lamentable que la institución responsable de brindar seguridad y mantener el orden público de un país sea percibida como la más corrupta; es inconcebible que los partidos políticos de donde proviene la mayoría de los integrantes del Poder Legislativo y que de acuerdo a la ley son los representantes del pueblo sea en quienes menos confían los mexicanos.
Las cifras señaladas son evidencia que la corrupción tiene una correlación directa con la confianza institucional. Más allá de lo que diga la teoría, es evidente que el descontento ciudadano se debe a los escándalos de corrupción, del abuso de poder, impunidad en la que se quedan los delitos denunciados, la falta de transparencia y rendición de cuentas en el ejercicio público.
La corrupción no sólo es abuso de poder, está ligada con la delincuencia e ilegalidad, generando pérdidas económicas millonarias, que impide el crecimiento de las naciones, propicia la desconfianza en sus gobernantes y debilita las instituciones, razones por las que recientemente fue incorporada al catálogo de los delitos graves que marca la Constitución. Sin embargo, en un país dónde la impartición de justicia es nula aún no logra visualizarse su implementación.
Dicen que el buen juez por su casa empieza, todo servidor público debe ser ejemplo de honorabilidad, prestigio y compromiso con la ciudadanía el cual se vea reflejado en la confianza de las instituciones. El combate a la corrupción es la bandera principal del gobierno federal, pero a mitad del camino de su administración y a pesar de la popularidad que goza su titular, hoy México se posiciona tristemente entre los cinco países más corruptos del mundo, lo cual contradice el discurso oficial, algo está fallando.
Viviana Islas Mendoza Colaboradora de Integridad Ciudadana, Consejera Local del INE Estado de México, Politóloga por la UAM, con estudios en Políticas Públicas, Derecho Parlamentario, Procesos Electorales, Transparencia y Violencia
Política contra las Mujeres @VivianaIslasM @Integridad_AC