Diego A. Guerrero García.
La violencia dentro del contexto familiar representa un fenómeno que no sólo no responde a límites geográficos, económicos y sociales, sino que se ampara en el quehacer cotidiano, la cultura, y la falta de acceso a la justicia. Lo anterior, lo vemos reflejado en la más reciente obra del director Sebastián Schindel, quien con la película “Crímenes de familia”, busca una fuerte crítica social a través de la reflexión de distintos tópicos muy actuales; la violencia intrafamiliar, la violencia por razones de género, la corrupción judicial, la guardia y custodia de los menores, entre muchos otros que, a través de una narrativa de profunda tensión, se desarrollan dos supuestos crímenes y sus consecuencias en los tribunales, en la familia y en la parentela.
A través de su desarrollo, vemos las diversas manifestaciones de la violencia familiar, como actos de dominio, de control y de agresión física, emocional, psicológica, económica y/o patrimonial, que ponen en evidencia el desarrollo de un fenómeno que se fecunda en el seno familiar y que se ha expandido hacia otras personas que tienen actividades dentro del mismo, como son las trabajadoras del hogar, quienes desempeñan un papel importante, y quienes en ocasiones son discriminadas y violentadas a través de abusos e insultos por parte de sus patrones e incluso, de nuestra sociedad, sin reconocer no sólo sus derechos humanos, sino su valioso trabajo que permite que quienes les emplean continúen su crecimiento personal y profesional al dedicar el tiempo a otras actividades.
En esta historia de contrastes, podemos ver el contacto de dos mundos de profundas asimetrías. Por un lado, vemos a Alicia, una mujer con una vida privilegiada quien no dudará en llegar a las últimas consecuencias utilizando todos sus recursos económicos -llegando a realizar actos de corrupción- con el objeto de defender y creer en la palabra de su hijo; y por el otro, Gladys, una mujer que desde pequeña fue víctima de abusos, de explotación y abandono, quien en respuesta a una situación de violencia que vive, decide tomar una decisión que la lleva a estar frente a un tribunal, desconociendo sus derechos y sin contar con los medios necesarios que le permitan garantizar un debido proceso.
La película es reflejo de las grandes desigualdades que existen en el acceso a la justicia y que lamentablemente, son muestra de la realidad que hoy vivimos.
Les invito a conocer más de este tema en “Cultura al Derecho” a través del Canal 22, este miércoles 18 de noviembre, a las 17h, episodio en el que nos acompañará la Dra. Carina Gómez Fröde.