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Entre las montañas verdes de la Sierra Madre Oriental, donde la niebla danza entre los cerros y el café perfuma el aire, se encuentra Xicotepec, un pueblo mágico en Puebla, que invita a detener el tiempo y despertar los sentidos. A solo tres horas y media de la Ciudad de México, este rincón encantado combina historia, naturaleza y misticismo, todo bajo la mirada de la Virgen más grande del mundo.
Llegar a Xicotepec es una experiencia en sí misma: las curvas del camino entre montañas anticipan la paz que se respira en sus calles empedradas. Aquí, el clima es fresco casi todo el año, ideal para caminar sin prisa y dejarse envolver por el aroma a tierra mojada y café recién tostado.
El corazón del pueblo es su zócalo, donde la vida transcurre al ritmo pausado de los cafés locales, los vendedores de antojitos y los niños jugando. Desde aquí se puede observar la Parroquia de San Juan Bautista, una imponente iglesia de estilo neogótico que ha sido testigo del paso de huastecos, totonacas y nahuas. Muy cerca, se encuentra el Museo Casa Carranza, que resguarda los últimos momentos del presidente Venustiano Carranza, asesinado en la zona en 1920, un capítulo trágico de la historia nacional que dejó huella en este pueblo.
Pero si algo define a Xicotepec es su conexión espiritual con la naturaleza. El Cerro del Tabacal, también conocido como el Cerro de la Cruz Celestial, es un sitio sagrado para las culturas originarias y un excelente mirador para apreciar la majestuosidad de la región. Al subir, los visitantes son recibidos por una gigantesca escultura de la Virgen de Guadalupe, que con sus 30 metros de altura observa a los viajeros desde las alturas.
Xicotepec también es tierra de café, y no cualquier café: aquí se cultiva uno de los mejores granos del país, gracias al microclima privilegiado de la zona. Los recorridos por las fincas cafetaleras son imperdibles. En ellos se puede aprender sobre el proceso artesanal del grano, desde la recolección hasta la taza. Y claro, degustar un café de altura, literalmente, en medio del bosque.
Los amantes de la aventura encontrarán en Xicotepec un punto de partida para explorar cascadas, cuevas y ríos. Entre las más conocidas están la Cascada Tlaxcalantongo y el Río San Marcos, perfectos para quienes buscan un contacto íntimo con la naturaleza.
La gastronomía es otro de los placeres del viaje. En los mercados locales se pueden probar tamales de hollejo, molotes, enchiladas xochitlenses y el tradicional chileatole. Todo con el toque generoso de la cocina serrana.
Hospedarse en Xicotepec es accesible: hay cabañas en medio del bosque, hoteles familiares en el centro y hostales rústicos para quienes viajan ligero. Los precios rondan entre los 600 y 1,200 pesos por noche, y comer bien cuesta menos de 200 pesos por persona. Sin duda, un destino ideal para escapadas de fin de semana sin afectar el bolsillo.
Además, Xicotepec ha apostado por el turismo sustentable, promoviendo prácticas agroecológicas y el respeto por las culturas originarias. Muchas de las rutas son guiadas por cooperativas locales, lo que permite que el beneficio económico llegue directamente a las comunidades.
Viajar a Xicotepec es sumergirse en un universo donde la niebla no confunde, sino revela. Un lugar donde las montañas guardan secretos antiguos y el café cuenta historias.