En 2013, durante el puente vacacional de fiestas patrias, los huracanes Ingrid y Manuel afectaron gran parte de Oaxaca y Guerrero, las noticias tuvieron como punto principal el puerto de Acapulco, por ser uno de los destinos turísticos más importantes de México, reconocido como el preferido de los capitalinos, estos meteoros impactaron sin que las autoridades emitieran alertamiento alguno a la población, el desastre evidenció la falta de profesionalismo de algunos integrantes de la Coordinación Nacional de Protección Civil, así como de una gran parte de la administración de Peña Nieto, aspecto que retomaremos en otras entregas que es un buen caso de estudio.
Uno de los lugares preferidos por la clase media y alta es Punta Diamante, donde se concentran los nuevos desarrollos turísticos, misma que quedó totalmente aislada dejando damnificados a un gran número de turistas. Los que estuvieron ese fin de semana relatan historias que nos dejan saber de la condición humana cuando se está en una situación extrema.
Más allá de los saqueos que hubo en algunas tiendas departamentales por parte de los lugareños, nos referiremos a los que no tenían provisiones ni víveres para ese desastre porque tenían acceso a un gran número de comercios y restaurantes, normalmente son personas que no viajan con grandes cantidades de dinero en efectivo, prefieren usar tarjetas de crédito e incluso débito para realizar sus compras, cuando requieren algo de efectivo pasan a disponer a un cajero automático. El 15 de septiembre los dejó sin luz, agua, inundados, aislados, sin tiendas y sin restaurantes; los que tenían departamentos o casas quedaron a su suerte, los que estaban en hoteles se les terminó su lujo y quedaron racionados para poder esperar el apoyo, en este caso de nuestras fuerzas armadas.
Las pocas tiendas de conveniencia que abrieron los días posteriores sólo recibían dinero en efectivo, lo cual era complicado debido a la falta de efectivo y de cajeros, es decir, no podían comprar agua o algún alimento, eso desato que se presentarán casos de riñas o saqueos por parte de personas que normalmente están en contra de esas actitudes, esta situación extrema sacó el instinto de supervivencia y la ley del más fuerte. El punto es que, sin internet, ni electricidad, todos los sistemas electrónicos de pagos dejan de ser opción, dejando en extrema vulnerabilidad a los usuarios del sistema bancario, en caso de desastres.
EN POSITIVO, el Banco de México y la Secretaría de Defensa, en julio de 2017, lanzaron un protocolo de cobertura económica en caso de desastres naturales para enviar terminales punto de venta a la zona afectada a través de las fuerzas armadas, esto permitirá retirar efectivo con tarjeta de crédito o débito en los momentos de mayor apremio. La Coordinación Nacional de Protección Civil deberá aprovechar el Simulacro Nacional del próximo 20 de enero para ponerlo en práctica.