Las apuestas al interior del gabinete y cercanos colaboradores del presidente Andrés Manuel López Obrador es si será el canciller Marcelo Ebrard o la embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, quien tenga el encargo de buscarle la cara a Joe Biden, presidente electo para superar el desaire que el mandatario mexicano le hizo cuando fue a apoyar abiertamente al perdedor Donald Trump para que lograra la reelección.
Con un gramo de inteligencia no habría mucho que pensar, sería Bárcena, quien mantuvo acercamiento con los demócratas, la ideal para aligerar el resentimiento que dejó el presidente López Obrador cuando fue a levantarle la mano a Trump diciendo que era amigo de los mexicanos y casi casi el salvador de todos nuestros problemas económicos y políticos.
Ebrard le apostó al perdedor y en su loca idea de siempre quedar bien con el tabasqueño lo hizo tropezarse llevándolo a la Casa Blanca a grabar el video clip que Trump utilizó en su campaña con la comunidad mexicana radicada en el vecino país. Esta es la segunda vez que el ahora canciller erra en el candidato, anteriormente lo hizo con Hilary Clinton.
Por el bien de nuestro país la encomienda debe caer en la persona de Martha Bárcena, diplomática de carrera y con gran experiencia en las relaciones bilaterales con nuestro socio comercial.
Vuelvo a preguntar: ¿no habrá quién asesore al presidente López Obrador en temas de servicio exterior? Primero fue el desaire al entonces candidato Biden y ahora, a contracorriente de la actitud de todos los mandatarios del mundo, no ha felicitado abierta y públicamente a Joe Biden y a Kamala Harris por su triunfo en las elecciones del pasado 3 de noviembre.
Estará esperando ver si sucede un milagro que revierta el triunfo del demócrata y regrese a la Casa Blanca a su querido “friend” Donald Trump quien todavía patalea bajo la mesa envenenando a sus seguidores con la falsedad de que le hicieron fraude electoral con el envío de votos a través del correo postal.
Esta actitud de no aceptar la derrota en una elección democrática es muy natural en los mandatarios de corte populista, se hacen las víctimas para después amenazar con demandas ante la Corte, en este caso, la de Estados Unidos para que le regresen la presidencia que perdió por su carácter déspota, bravucón, insensible y racista. Los americanos y todos los migrantes se cansaron del pelirrojo presidente que en enero deberá abandonar la Casa Blanca.
No hay duda, la elección en el vecino país deja una gran lección al mundo entero, es la ciudadanía quien elige a sus gobernantes y quien la hace la paga, como lo está pagando el magnate metido a político que por lo menos tiene el consuelo de regresar a sus negocios y quizá hasta vuelva a pensar en realizar concursos de belleza mundial.