Después de los eventos de 1968 en Tlatelolco la juventud organizada durante el movimiento universitario fue masacrada y asesinada y obligada a refugiarse en las sombras. Ser joven en el México de finales de los sesenta y principios de los años setenta del siglo pasado, era sinónimo de peligro, rebeldía, de inestabilidad.
Las cárceles estaban llenas de presos por los hechos del 68. Los jóvenes en la calle eran sospechosos y eran perseguidos por sus formas de vestir, de hablar, por corte de cabello, por su música. Pocas veces en la historia, ha sido tan peligroso ser joven en este país.
En 1970, el secretario de Gobernación del Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, llega a la presidencia de México y como acto de buena fe, libera a la mayoría de los presos del 68, al tiempo que permitió el regreso de algunos líderes del movimiento exiliados en Chile y llama a la paz y reconciliación nacional.
La juventud organizada, los supervivientes del 68 se reencuentran y entusiasmados creyeron que habría oportunidades para regresar a las calles a manifestarse en contra del gobierno.
El conflicto en la Universidad Autónoma de Nuevo León les dio una razón más para hacerlo: a finales de 1970, profesores y estudiantes de la universidad presentaron una ley orgánica que proponía un gobierno paritario, y el 20 de febrero de 1971 llegó Héctor Ulises Leal Flores a la rectoría bajo esta nueva ley.
El gobierno estatal, en desacuerdo, redujo drásticamente el presupuesto, lo que disgustó a los universitarios, y obligó al Consejo Universitario a aprobar un nuevo proyecto de ley que prácticamente suprimía la autonomía de la institución. Los universitarios comenzaron una huelga y se pidió solidaridad a las demás universidades del país. La UNAM y el Politécnico inmediatamente respondieron y los estudiantes convocaron a una manifestación masiva en apoyo a Nuevo León el día 10 de junio.
La manifestación estudiantil fue reprimida violentamente por un grupo paramilitar al servicio del Estado llamado Los Halcones. Fueron asesinados a tiros más de 225 jóvenes estudiantes de entre 14 y 22 años.
El 11 y 12 de septiembre de 1971 fue convocado el Festival Rock y Ruedas de Avándaro, festival de motocross que tenía como expectativa un máximo de 25,000 asistentes, 122 pilotos y 12 grupos mexicanos con una posible inclusión de algunas bandas estadounidenses era lo esperado. Pero el festival se salió de control con 200 mil asistentes que alargaron el festival por tres días.
Ahí, gobierno de Luis Echeverría, terminaría de declarar la guerra a la juventud, prohibiendo cualquier reunión de jóvenes, la persecución a cualquier cosa que pareciera responder a los intereses de las y los jóvenes mexicanas fue reprimido.
Fueron excluidos de la vida pública. La música y la cultura fueron claros ejemplos. Las temáticas cantadas por los jóvenes de los 70, fueron recluidas hacia la balada, con imágenes rosas y narcotizadas que romantizaron hasta el hartazgo cualquier idea disidente. El rock y los géneros contestatarios tuvieron que sobrevivir en los llamados “hoyos funkies” hasta lo que en los años ochenta, con la llegada del rock argentino y español significo el llamado “Rock en tu Idioma”… pero eso es otra historia.
Luis Echeverría Álvarez murió a los 100 años. Su legado, pese a que en su periodo fue fundada la UAM, el Conacyt, que normalizó las relaciones con China, que haya impulsado los estudios antropológicos, su legado es su esfuerzo por destruir las disidencias, por crear una sociedad dominada por terror al poder gubernamental, lo cual salvó al PRI de la destrucción en el 68 y lo mantuvo en el poder hasta el año 2000 con Fox para ser derrotado en 2018 por un pueblo harto de lo que significó la herencia de Díaz Ordaz y Echeverría Álvarez.