El acecho de los conservadores

El presidente no está dispuesto a poner la otra mejilla, sabe que el futuro de su proyecto para México está en riesgo. Sabe que tiene que resistir esta pandemia, resistir el coronavirus y al mismo tiempo los incesantes ataques de los conservadores.

Le ha fallado la astucia para que la mayoría entienda cómo va a enfrentar la crisis económica, tal como presentó primero su estrategia parecía inexistente. Estos días ha apretado el paso y ha entrado a los detalles, y es en los detalles que está la fuerza de su plan.

Su plan es inclusivo, pero no de la forma y dirección que los conservadores esperaban. Aquí sí, el orden de los factores altera el producto. Hay dos formas en que se puede enfrentar la crisis.

Una es canalizar los recursos y medidas de rescate hacia la punta de la pirámide, en la que están los adinerados y poderosos del país, con la vana ilusión de que estando bien ellos, habrá empleo y los recursos inyectados escurrirán a manera de fuente a los estratos inferiores, clase media y baja. Esta opción ya fue fallidamente probada en gobiernos anteriores, basta recordar el Fobaproa y los rescates carreteros.

El otro camino es suministrar los recursos a la base de la pirámide, la parte más grande y más necesitada, fortaleciendo los cimientos, creando directamente los empleos, aumentando la capacidad de compra, evitando el colapso y generando condiciones de estabilidad para lograr el crecimiento que permita la recuperación económica.

El presidente López Obrador está aplicando esta alternativa. Primero les tocará la ayuda a las y los que sufren de pobreza extrema, luego a los pequeños comerciantes, a las microempresas. Posteriormente seguirán los que subsisten al amparo de la informalidad, tianguistas, comercio en vía pública, taxistas…

Después vendrán los apoyos para los profesionistas, la clase media, pequeños y medianos empresarios. Y finalmente, la punta de la pirámide, pero con cimientos sólidos, cimientos que le permitirán continuar con la Cuarta Transformación.

No va tan rápido como quisiera la gente, el sector informal es el más ansioso, a veces el más crítico, justificadamente; porque siempre se le deja fuera de todo beneficio, como si quisieran negar su realidad, la realidad de la economía mexicana.

Mientras los apoyos van subiendo lentamente, los ataques y golpeteos no cesan. Los conservadores están desesperados al ver que la oportunidad que ellos solos jamás hubieran podido generar, se les escapa de las manos.

Jamás le apostaron a la unidad nacional, nunca pasó por su mente el trabajo conjunto con lo que más desprecian y menosprecian, son egoístas por naturaleza, solo buscan mantener sus privilegios al costo que sea y sobre quien sea.

Ansían ver escenas dantescas como las que hemos visto en otros países, para abalanzarse sin remordimientos y sin recato, sobre el presidente de los pobres; porque lo dicen fuerte y claro, no es su presidente.

Pero no confundamos conservadores con gobernadores, los hay también liberales y moderados. Tampoco se piense solo en términos del espectro político y se considere solo políticos de derecha; conservadores son también aquellos que estando en la izquierda, se oponen a que algunas cosas cambien. Son hombres y mujeres que le temen a los cambios, se oponen con toda su fuerza a la alteración del establishment, un orden social, económico y político que los privilegia.

No quieren aplanar la curva de la pandemia, ni la punta de la pirámide de las clases sociales. Bien dice el dicho que, “No cuentes tus penas a los buitres, porque se abalanzan sobre los animales heridos”.