“Señora que pinta” es una expresión muy común en el mundo del arte para referirse a un sin número de mujeres creativas que se expresan a través de la pintura. Al menos yo, no conozco una expresión similar para referirse a los hombres.
En el arte las mujeres han sido musas y no creadoras desde tiempos inmemoriales.
Pocas mujeres artistas están en las colecciones públicas de todos los museos del mundo y hasta hace muy poco empezaron a figurar en los récords de venta en subastas.
¿Cómo lograron las privilegiadas salir de la “señora que pinta” y la “musa” para convertirse en la artista? Largos años de rebeldía y lucha las han acompañado.
Aunque el mundo del arte, tras bambalinas, está encabezado por mujeres promotoras, directoras de museos, galeristas, algunas curadoras, críticas de arte y periodistas culturales. Es real que al frente, en las paredes de exposición, las colecciones, las bienales y los museos no se puede decir que la relación sea igualitaria.
Hay que trabajar en torno a ello, pues también existe un estigma en las que se han atrevido. Han tenido que aguantar ser “la esposa de” hasta tener su propio nombre o ser calificadas como locas y promiscuas. Han tenido que creer en su obra cuando nadie más lo hacía y especialmente han pintado sobre ellas mismas.
En las recientes manifestaciones, hemos visto expresiones muy contundentes gracias al arte, como la intervención anónima de artistas feministas en La Minerva, en Guadalajara, y en La Diana Cazadora, en la Ciudad de México. Las mujeres embozada en Argentina y el grafiti que muestra a una mujer golpeada que recibe una flor de su agresor en Italia. Éstas expresiones contenidas y estéticas son las que nos van a dar visibilidad. No así los descontrolados actos vandálicos en el patrimonio de la ciudad, que aunque han sido recibidos de buena manera por artistas como Javier Marín y Rodrigo de la Sierra que apoyaron al movimiento y no mostraron molestia por el grafiti que dañó sus obras, también generan encono en la sociedad, dan pretexto para voltear la cara y alejan el argumento del verdadero foco. Ponen a pensar a la gente en ello al sentirse legítimamente afectados por el daño a su patrimonio. Aunque es absolutamente incomparable el daño a un objeto, que se puede reparar, al daño social que implica la muerte violenta de las mujeres en México, y por desgracia no escandaliza igual.
El arte es la forma de dar visibilidad a los problemas que atravesamos en una sociedad poco igualitaria y machista. Pero necesitamos de todos, también de ustedes mujeres artistas. No se rindan. De hecho, el cambio que requerimos es cultural y el arte es su lenguaje. La apropiación del espacio a través del arte es una de las manifestaciones, su función más importante. Es el espacio público el lugar en el que todos podemos acceder a él. Ser parte y apropiarnos.
Así, también las mujeres que se han unido a las manifestaciones pueden encontrar el arte como herramienta para alzar su voz. Herramienta y no arma, porque las herramientas construyen y las armas destruyen.