Se dijo anteriormente, que el camino a la igualdad sustantiva va a exigir de todas y todos nosotros el cambio de algunas prácticas que hasta el día de hoy siguen vigentes, como la de dirigirse a las personas por su título académico (Doctor o Doctora) o por el nombre de su encargo laboral (Secretario, jefe o jefa), lo que inmediatamente eleva a otro plano a dicha persona, que la o lo diferencia de las demás personas y entonces ya no se puede hablar de una condición de igualdad.
Por eso, la primera propuesta es que solo quitándonos cualquier tipo de adjetivos y centrándonos en la persona que desde el nacimiento recibió un nombre (con lo cual, se vuelve sujeto de derechos humanos: derecho a la identidad) y usándolo para referirnos a ella, es el primer paso para equilibrar el plano de la igualdad y trasformar las interacciones sociales un encuentro entre seres humanos con los mismos derechos y obligaciones. De otra manera, se estará fomentando la discriminación indirecta, la concentración de figuras de poder de unos cuantos y nos estaremos alejando de la esencia del principio de igualdad.
Por otra parte, como se afirma actualmente: ser profesional no es tener un título, ser profesional es saber qué estás haciendo, así también sostiene Bill Gates que en el mundo moderno, un título no significa automáticamente que estés preparado para tener éxito profesional o que por la simple titulación seas el mejor profesionista, tampoco es una garantía de que las personas puedan ejecutar ciertas tareas o desarrollarse exitosamente.
Existe una influencia global, en donde las grandes empresas ya no están contratando con base a grados académicos, sino a las aptitudes, por ello han tomado gran importancia las famosas hard & soft skills dentro de los CVs de las personas, ya que a las empresas les está interesando más el talento o la experiencia de los candidatos que los títulos, con lo cual, se fomenta el derecho a la igualdad en el acceso a puestos de trabajo.
Habrá que hacer la acotación de que algunas profesiones en México, requieren de demostrar contar con un título profesional para su legal ejercicio, como el caso de las y los médicos y abogados, que por el objeto de su trabajo (la salud o la seguridad jurídica de las personas), resulta un exigencia que asegura que, por lo menos, dicho profesionista recibió el conocimiento básico para poder ejercer dicho empleo, empero no lo vuelve un profesionista de calidad, pues ello deriva de la experiencia. Por ello, la segunda propuesta rumbo a la igualdad sustantiva es no dar tanta importancia a los títulos académicos, sino a las habilidades o soft skills que cada persona pueda demostrar en el ejercicio de cada profesión. ¡Se abre el debate!