Por Daniela Méndez
La falta de actividad física, el exceso en la ingesta de alimentos con baja cantidad de nutrientes, el estrés medioambiental, emocional y celular, que se experimentan durante el confinamiento derivado por la pandemia de Covid-19 en México, son causas que impactan directamente en la calidad y cantidad del descanso nocturno e impiden que se cumpla correctamente la funcionalidad fisiológica, biológica y de desarrollo del ciclo del sueño, alertó Víctor Aguilera-Sosa, profesor e investigador del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Aguilera-Sosa, integrante de la Sección de Estudios de Posgrado e Investigación (SEPI), del Centro Interdisciplinario de Ciencias de la Salud (CICS), Unidad Santo Tomás, explicó que el sueño es un fenómeno biológico, fisiológico y conductual en el que se regulan y metabolizan diversas hormonas que permiten estabilidad biológica, necesaria para la vida, el desarrollo y el aprendizaje.
“Dentro de los trastornos que se presentan en este periodo de contingencia está el de la fase atrasada del sueño, que es el desfase que vive la población al tener que realizar tanto escuela como trabajo en casa, ya que si antes se dormía, por ejemplo, a las 21:30 o 22:00 horas, con el fin de llegar a tiempo a sus labores al siguiente día, ahora se duerme pasada la medianoche, pero existe la necesidad de levantarse temprano para retomar las actividades virtuales y justo ahí es donde hay un acortamiento de las fases del sueño”, comentó.
Expuso que el sueño se divide en cinco etapas, que van de la transición vigilia a sueño, sueño ligero hasta sueño Delta en las que se generan una serie de procesos vitales para el ser humano como la regeneración del tejido muscular o la secreción de la hormona del crecimiento, que en la fase V, conocida como REM (movimientos oculares rápidos), con sueños intensos, vívidos e inverosímiles, se tiene un alto gasto energético cerebral ya que aquí se consolida lo aprendido durante el día y se fortalecen los procesos de memoria.
Imagen Reuters