De padres italianos llegados a nuestro país en la década de los 30´s Carmin Marino Ambrossi estudió en el famoso Ateneo Fuente (ahora parte de la Universidad Autónoma de Coahuila) fundado en 1857. Esta excelente escuela llevaba hasta el bachillerato a los coahuilenses. La Universidad de Coahuila fue fundada en 1957. A partir de esa fecha existe la posibilidad de estudiar algunas licenciaturas, entre ellas, ingeniería química. Carmín fue un hombre fuera de serie. Como estudiante fue excepcional y después como ingeniero químico fue brillante. Ser el mejor alumno del Ateneo Fuente en su época, le valió la invitación a ser catedrático de dicha escuela en cuanto egresó de ella. Seguramente su situación económica no era boyante y el salario que le ofrecieron por desempeñarse como maestro del Ateneo Fuente fue determinante para él y sus padres. Ese trabajo le impidió asistir a la escuela de Ingeniería Química de la nueva Universidad de Coahuila en los años 60´s. A pesar de que no tuvo clases presenciales, presentó todos sus exámenes de la carrera de ingeniero químico como “extraordinarios” y en todos ellos obtuvo la calificación máxima. Esa prestigio le permitió ser llamado a trabajar en Altos Hornos de México ubicada en Monclova, Coahuila. Asesoró al presidente José López Portillo y a José Andrés de Oteyza, Secretario de Patrimonio y Fomento Industrial.
Después fue contratado por Bufete Industrial, la empresa más importante de ingeniería de nuestro país, donde se desempeñó brillantemente como jefe de Desarrollo e Ingeniería y posteriormente estableció su propia firma de ingeniería. Realizó más de 138 megaproyectos a nivel nacional y global. Tuve la suerte de conocerlo en 1993 a propósito de mi interés por la fabricación de cloruro de amonio en México, para distribuirlo. Se sabía de memoria el Manual del Ingeniero Químico, el famoso Perry. Aprendí mucho con él cuando lo acompañaba algunas tardes en su casa llena de árboles y flores en la calle de Agua en el Pedregal en Cdmx. Mediante su relación epistolar con el doctor Michelac investigador de un centro de investigación militar secreto cerca de Riverside, California formularon lo impensable: un “combustible húmedo”, que era diésel mezclado con agua (micronizada), ácido esteárico y metanol (entre otras sustancias) que al quemarse emitía un 38 % menos emisiones de CO2. Además de bajar la temperatura de operación de los motores.
*Carlos Alvarez Flores es consultor ambiental. Experto en gestión de residuos y cambio climático. Presidente de México, Comunicación y Ambiente, A.C.