El legado de lucha y sacrificio de los hermanos de las víctimas de la guardería ABC

Los hermanos y hermanas de las víctimas de la guardería ABC han tenido que enfrentar sacrificios y cargar con la memoria del dolor a lo largo de los años. Desde muy pequeños, han vivido la pérdida de su infancia debido al duelo, los procesos jurídicos y la atención médica de los sobrevivientes.

Algunos de ellos, ahora adultos, continúan exigiendo justicia y cárcel para los responsables, pero también han aprendido a sanar sus propias heridas. Sin embargo, aquellos que nacieron después de la tragedia crecen inmersos en la politización del dolor, escuchando las historias de sus hermanos que nunca tuvieron la oportunidad de conocer.

Jessica de los Reyes Luna, hermana de Jonathan Jesús, una de las 49 víctimas fatales en el incendio de la guardería, ha dedicado 14 años de su vida a faltar a la escuela cada 5 de junio para alzar la voz en memoria de su hermanito. Ahora, como adulta, ha tomado el relevo de su madre, Juanita, en la organización de la marcha anual. Jessica se encarga de difundir información en páginas web, compartir con familiares y amigos, confeccionar pancartas y camisetas, y apoyar en la misa y repartir agua a los participantes.

Sin embargo, la lucha constante y el peso emocional han tenido un impacto en la salud mental de Jessica, quien fue diagnosticada con depresión y ansiedad. La pérdida de Jonathan sumió su vida en la oscuridad, y le llevó tiempo recuperar un poco de luz. Durante el aniversario luctuoso, las emociones se acumulan y a veces entra en conflicto con sus compañeros de escuela.

Los niños y niñas nacidos después del incendio, a menudo no son reconocidos como víctimas por las autoridades, ya que no se vieron afectados directamente por las lesiones. Pero Mateo Villarreal, de 8 años, es la voz que contradice esa afirmación. Él ha dejado de lado sus actividades como el fútbol y la escuela para acompañar a su hermana Danna Paola, una sobreviviente del incendio, a sus citas médicas.

Los miedos inculcados en los padres a raíz de la tragedia también han dejado su huella en la formación de los más pequeños, como Francisco, Ángel y Fátima Chambert, conocidos como los niños arcoíris. Crecieron escuchando las anécdotas de su hermano Jesús Antonio, fallecido en 2009.

Desde la impunidad que prevalece, los hermanos y hermanas de la tragedia crecen con la convicción de que deben continuar el trabajo de sus padres en busca de justicia. Están dispuestos a hacer sacrificios y a esperar que, con el paso de los años, las promesas de rendir cuentas se vuelvan una realidad.