Por Oscar Roa
Se estima que hace 100,000 años la población de homo sapiens sapiens no llegaba al millón de individuos; en la época de la última glaciación aproximadamente 8,000 años AC se calculaba en 8 millones, tardaron 92,000 años en aumentar 8 veces su tamaño; en el año de 1800 éramos mil millones de habitantes, en 2020 somos 8 mil millones, sólo tardamos 220 años en crecer 8 veces. El planeta tiene una presión enorme por el crecimiento descomunal de los humanos. Pero eso no es todo, a partir de 1960 inició una época de consumo desorbitado, nada que ver con los últimos 99,940 años de existir.
Nuestros hábitos de consumo pasaron de comprar en función de la necesidad y dispuestos a pagar con relación a la calidad de los productos, a adquirir por moda y sufragar por una marca, no importando lo desproporcionado del precio del producto que nos entregan.
En estos últimos 50 años nos hemos convertido en una sociedad insatisfecha, la felicidad la basamos en poseer algo que nos equipare a un estado emocional de alegría momentánea, la cual sólo dura la vigencia del placer de haberlo comprado y después nos deja más vacíos. Somos adictos al consumo, eso nos hace depredar más, obvio con la contaminación asociada a los desperdicios y desechos que dejamos.
El llamado de alerta de la ONU sobre el cambio climático, aún en tiempos de Pandemia, tiene que ver con el consumo desmedido de la humanidad. Debe ponernos conscientes de la urgencia de dar un giro a nuestra conducta.
No voy a negar, vivimos una época fascinante, tenemos saltos tecnológicos que en otros tiempos tardaban más de una centuria, existen satisfactores inimaginables, estamos a unos años de la conducción autónoma y transporte aéreo masificado, el consumo de combustibles fósiles está cerca de quedar en el pasado.
Sin embargo, tenemos la responsabilidad de no convertirnos en el chispazo final de una especie la cual sólo vivió 13 millones de años, de acuerdo al antecedente común de los primates y los humanos; no hay comparación con los 180 millones de años que vivieron los dinosaurios. Para ello debemos hacernos la siguiente pregunta como humanidad ¿queremos ser los últimos en existir?
EN POSITIVO, la tecnología, sobre todo la de dispositivos móviles, ha servido para hacernos más ajenos de la realidad, curiosamente nos ha desinformado; quienes la controlan dominan nuestros hábitos e influyen en nuestro comportamiento a placer. Sin embargo, bien utilizada nos puede ayudar a dar ese giro drástico en nuestra conducta de consumo, a cambiar rápidamente los paradigmas sociales e imponer nuevos estándares que sean más amigables con el medio ambiente y se lleven a cabo con la velocidad requerida para no extinguirnos.
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