Imaginemos un campo deportivo que se encuentra abandonado. En él, un grupo de jóvenes consume sustancias tóxicas, generando severas repercusiones en su salud personal, su desarrollo y estabilidad emocional, así como en su integración familiar.
El deporte constituye uno de los caminos principales para el desarrollo físico, intelectual, afectivo y social de todo ser humano; es así, una herramienta para la solución de problemas en materia de educación, salud y seguridad.
Cuando llevamos este tema al ámbito profesional, podemos destacar la existencia de vínculos con el derecho, los cuales se enfrentan a diversas realidades que pueden situarse en áreas específicas. Por mencionar algunos ejemplos, en materia fiscal existen temas relacionados a problemas como el fraude, el lavado de dinero y la evasión; en lo laboral, persiste el famoso “pacto de caballeros”, en el cual, los empresarios acuerdan la no contratación de un jugador, afectando los derechos de las y los deportistas, sin mencionar la controversia que surge en el marco de las contrataciones de menores de edad en las que no siempre se prioriza el interés superior del menor. En adición, la imagen pública y las marcas en los contratos han generado disputas que exacerban el negocio del deporte mediante inmensas oportunidades comerciales.
A lo anterior, cabe recordar que otro de los grandes problemas se presenta a través de la discriminación por razones étnicas o bien, por motivos de género o preferencias sexuales; constituyendo flagelos que aún rodean una de las actividades más remuneradas en el mundo y de mayor influencia en las relaciones internacionales.
Sin embargo, quiero regresar a imaginar ese campo, pero ahora habilitado para hacer deporte y con jóvenes que se encuentran jugando futbol, generando vínculos de colaboración, lazos de amistad, disciplina, compromiso, empatía, solidaridad, levantándose los unos a otros, construyendo un equipo que fomenta la cooperación.
Estos valores se reclaman necesarios, particularmente en situaciones de crisis como las que hoy atravesamos. Su edificación, se lleva a cabo en un contexto en el que el deporte debe ser parte fundamental del desarrollo humano. Es precisamente este escenario el que deseo para Emilio y todos los niños, que al salir de su casa cuenten con un espacio público en el que puedan desarrollar sus habilidades y ejercitarse. A fin de lograrlo, se requiere invertir en el fortalecimiento constante de estas actividades, para que así los gobernantes entiendan la importancia de esta materia como un vehículo de transformación social.
De esta manera, la relación entre el fútbol y el derecho es estrecha y —como hemos visto— representa un campo de acción en el que pueden incorporarse los estudiosos del derecho. Con ello, preciso la importancia de los diplomados sobre el derecho del deporte y el Seminario Internacional: “Fútbol, Derecho y Sociedad”, organizado por la Facultad de Derecho de la UNAM con el impulso del Dr. Raúl Contreras y el acompañamiento de grandes aficionados como Farid, Ricardo y Elías.