Por Dra. María Alejandra Ruiz, Instagram: @draruiz.mentesana
La herida de rechazo usualmente se origina en la niñez para la gran mayoría de las personas. Surge a partir de una experiencia en la cual alguien no se siente aceptado, querido, valorado, comparado e incluso excluido.
En terapia normalmente las personas que sufren de esta herida relatan experiencias dolorosas de su niñez como por ejemplo; ser constantemente comparados con los hermanos, o con los primos por no tener el mismo desempeño escolar; e incluso ocasiones en las cuales fueron criticados y rechazados abiertamente por ser demasiado “sensibles”.
La herida del rechazo a pesar de tener raíces en la niñez para muchas personas, también es una herida que se va reforzando a través del tiempo. Tal es el caso de la persona que creció escuchando que era “insoportable” por su temperamento, y ahora en la adultez le cuesta trabajo gestionar sus emociones y actuar de manera calmada frente a ciertas situaciones.
Muchas personas crecen escuchando que son “diferentes” en un sentido excluyente y tanto lo internalizan que se convierten en personas que toman las cosas de manera personal, crean conflicto, y en general utilizan estrategias que lamentablemente les confirma una y otra vez que si son rechazados debido a la respuesta que reciben de quienes le rodean.
En el libro el niño que fui, el adulto que elijo ser, se aborda este tema que es tan complejo para tantas personas. Generalmente lo que sucede con esta herida es que al no trabajarse y ni siquiera ser descubierta la persona vive con un sentimiento constante de rechazo.
En el ambiente laboral y social pueden presentarse como personas que constantemente están buscando complacer o quedar bien para evitar sentirse rechazadas nuevamente.
En el ámbito romántico son personas que fácilmente se sienten heridas o no elegidas, lo cual también puede desencadenar problemas de celos y ansiedad en la relación. Por último a nivel familiar, con frecuencia les toma trabajo decir no y establecer límites, pues no quieren sentir el rechazo o crítica y terminan ajustándose y olvidando sus propias necesidades.
Por otra parte, la búsqueda excesiva de aprobación también es un síntoma frecuente de quienes aún no han sanado esta herida. Lo cual se convierte en un verdadero problema cuando inhabilita la toma de decisiones importantes y el miedo a fracasar en cualquier ámbito de la vida.
Cultivar la autoaceptación es parte fundamental del proceso de sanación, al igual que desafiar los pensamientos negativos. Para sanar esta herida es indispensable no solo comprender qué áreas está afectando sino realizar el acto consciente de cambiar el diálogo interno. Ya que quienes sufren de esta herida tienen una tendencia a interpretar todo lo negativo que les sucede a través de los lentes del rechazo, lo cual genera más tristeza, ansiedad en las relaciones, y un profundo vacío emocional que normalmente se expresa como depresión.
María Alejandra Ruiz, es doctora en psicología clínica. Directora del Healthy Mind Specialists, la clínica de Ansiedad en Tampa, Estados Unidos.