Por: Dip. Diego Garrido López
En una metrópoli, capital de la República y epicentro mediático y político, un gobernante debería encontrar la mayor cantidad de alianzas estratégicas para dar buenos resultados. Sus principales aliados deberían ser los alcaldes electos, los nuevos gobiernos de primer contacto. Pero esto no parece ser la política de la 4T. Por el contrario, buscan la división y la confrontación en detrimento de la calidad de vida de los habitantes de la capital.
Primero fue la negativa a iniciar la transición institucional. Algo esconderán y por eso se niegan a transparentar. El miedo a ceder la administración ganada democráticamente opera en contra de la toma de decisiones de los nuevos alcaldes y alcaldesas.
Después se presentó una iniciativa para modificar la Ley de Participación Ciudadana para ejecutar el Presupuesto Participativo por las administraciones salientes, con el riesgo de endeudar a las electas.
Vino una afrenta más: la Jefa de Gobierno propuso quitarle facultades a las Alcaldías en materia de publicidad exterior.
Otra más: desde el gobierno central impusieron un mandato para que proliferen las construcciones en vialidades de las alcaldías que perdió Morena.
Se trata de una norma administrativa por la que Sheinbaum anula la opinión de los alcaldes de oposición y les impone construcciones en las vías primarias, so pretexto de que dichas vías son competencia del gobierno central. Y casualmente, lo impone solamente en las 9 alcaldías de oposición.
Manda un dardo envenenado a los territorios de oposición, faculta así la construcción irregular de vivienda, violentando el uso de suelo y programas delegacionales y parciales con su famosa Norma 26.
Con esta norma se afectará a los capitalinos, los castiga por su preferencia electoral, pues se impacta en densidad con más vivienda pequeña en la misma superficie de construcción, incrementando los niveles y disminuyendo el número de cajones de estacionamiento requeridos. Un despropósito y afectación en la calidad de vida de estas alcaldías que no votaron por el oficialismo.
Desde la forma (en negarse a recibir a los alcaldes del bloque de oposición), hasta en el fondo (con ese tipo de reformas) el hipercentralismo gubernamental de la 4T muestra un rostro de revanchismo electoral ejecutado en políticas públicas en contra de los vecinos.
Es momento de tender puentes de comunicación, de entablar mesas de trabajo y operatividad. A los ciudadanos no les interesan los egos de los gobernantes, lo que exigen son buenos servicios, buenos gobiernos. Estamos a tiempo.