Columnas
Unas horas antes de escribir estas líneas, recibí varios mensajes en mi teléfono celular, en los que, primero, se me amenazaba de muerte; enseguida otro mensaje para no hacerlo,transfiriera cierta cantidad de dinero. “Las amenazas se cumplen hijo de tu puta madre”. Luego un mensaje más, con la fotografía de mi abogada -quien se encuentra bien, junto con otras fotografías, de cuerpos descuartizados, diciéndome que su cabeza tiene precio, y que la mía igual. El último texto recibido dice: “Este es el último mensaje que recibirás, te recuerdo que te metiste con un cártel, tenemos ubicaciones de tus familiares y amigos. Mejor paga. No quiero que gente inocente pague por tu maldita culpa hasta la puta de tu madre va a pagar y te recuerdo que no es una amenaza es una advertencia ya que las amenazas no se cumplen”.
En el país de impunidad en que vivimos, este tipo de mensajes se deben tomar realmente en serio. En la mayoría de las ocasiones, según la policía, se trata solo de intentos de extorción en los que se hace mención de ese tipo de datos, extraído de teléfonos “hackeados” o “clonados”. Y sobre todo, es un crimen que, a decir de las autoridades, es de difícil persecución.
Ante ello la pregunta obliga es, ¿cómo llegamos a ser un país donde prácticamente cualquier persona puede amedrentar a otros, con una probabilidad de éxito de más del 97%. Esto, porque de acuerdo con la ENVIPE, del INEGI, la extorción es el delito con más alta cifra negra, pues más del 95% de los casos no se denuncian; mientras que, de los denunciados, casi en el 80% de los casos no se inician carpetas de investigación.
Según los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la tasa de víctimas de este delito se ha incrementado de manera muy importante del 2015 a la fecha: 5.13 por cada 100 mil habitantes en ese año; 7.11 en el 2019; 7.29 en el 2021; 8.48 en el 2023; y de forma preliminar, 8.35 en el 2023, y de forma preliminar, al cierre de octubre del 2024, 6.88; con lo que se podría llegar a una cifra similar a la del año previo.
Lo anterior significa que las acciones emprendidas para prevenir y para detener esta actividad delictiva; por el contrario, los resultados muestran que es urgente hacer mucho más; que se necesita avanzar hacia una nueva forma de investigación sustentada en inteligencia y métodos avanzados de persecución y prevención del delito; porque de otra forma, el número de víctimas continuará creciendo y el miedo y el pavor de la población simplemente continuará allí.
Investigador del PUED-UNAM