“Para la mayor parte de la Historia, Anónimo era una mujer”, con esta frase que plasmó en el ensayo “Una habitación propia”, la escritora feminista Virginia Woolf, criticó en 1929, la invisibilización de la mujer en la literatura.
Ya han pasado 93 años de esta crítica y parece que las cosas no han cambiado mucho en el ámbito de la literatura y del periodismo, porque de acuerdo los resultados del informe denominado “Mujeres en Poder de la Palabra”, que realizaron de manera conjunta la organización mundial de escritores PEN Internacional, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la organización VIDA: Women in Literary Arts, con base en Nueva York, con el objetivo de mostrar la realidad de escritoras y periodistas en 5 países de América Latina: Ecuador, Guatemala, Honduras, México y Nicaragua, la presencia de las mujeres en este sector, sigue siendo minoritaria, ya que hay un 70% hombres y 30% mujeres, es decir, por cada 3 hombres escritores hay una 1 mujer.
“Mujeres en Poder de la Palabra”, está inspirado en el Manifiesto de la Mujer de PEN Internacional, aprobado en 2017, en Lviv, Ucrania, bajo la premisa de que “la literatura no conoce fronteras”; y de que tampoco deben tenerlas la libertad de expresión y de creación, porque en el caso de las mujeres, estos derechos humanos universales siguen siendo cercenados, al igual que el derecho a la educación y la cultura, lo que constituye otra forma de violencia de género.
Entre los testimoniales que presenta este informe para escuchar de voz de escritoras latinoamericanas, la inequidad editorial existente, se encuentran Rosana Encalada Rojas de Ecuador quien demanda haya espacios para las mujeres para compensar el rezago que se ha tenido históricamente, resaltando. “no olvidemos que muchas mujeres tuvieron que utilizar seudónimos masculinos para poder publicar, que se generen estos espacios es una forma de reconocer, una forma de reducir las brechas que siempre han existido”.
Por Guatemala, Ana Grace Alfaro, expresa que en el mundo editorial a dos grupos a los que se les ha negado el acceso: a las mujeres y a los pueblos originarios. Sin embargo, dice que ante la cuarta ola del feminismo y la ola de posicionar la gran cultura y el trabajo de los pueblos originarios, las cosas pueden cambiar. Divina Alvarenga, escritora hondureña, comenta que la literatura ha minimizado la obra de las mujeres, pero ante eso, las mujeres producen buena literatura y van ganando espacios. “No se pretende quitarle espacio a los hombres sino de generar espacios de igualdad y equidad”. Y Socorro Venegas, de México, reconoce que los espacios que hoy existen en el mundo editorial que hoy encontramos es gracias a lo que muchas escritoras feministas han logrado.
Si bien, este informe también reconoce que esta realidad está cambiando porque las nuevas generaciones de escritoras, ya sean poetas, cuentistas o novelistas están perdiendo el miedo a hacer escuchar su voz, sacando provecho en particular de los beneficios que ofrece la era digital, la industria editorial sigue teniendo una deuda pendiente con las mujeres, que se tiene que saldar pronto, porque como escribió Virginia Woolf “… nos hemos acostumbrado a la libertad y tenemos el valor de escribir exactamente lo que pensamos…”.
Mtra. Rosalía Zeferino Salgado
Asesora en Comunicación Estratégica
e Imagen Pública