La elección tiene fecha: el 20 de marzo próximo se definirá si el uruguayo Luis Almagro es reelecto como secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), o si se impondrán algunas de las otras dos opciones que implicarían un giro en el organismo interamericano.
Almagro, quien fue electo en 2015 y exhibía como principal credencial su papel como canciller del presidente uruguayo Pepe Mujica, busca un nuevo período de 5 años al frente de la OEA. Cuba a través de su agencia Prensa Latina y Venezuela, rearticulando la cooperación petrolera con el Caribe, se mueven tras bambalinas para impedir que Almagro sea reelecto.
Prensa Latina incluso apeló a la vida personal de Almagro para descalificarlo. Si Almagro no es reelecto eso sería un triunfo diplomático para el régimen de Nicolás Maduro, ya que obviamente el uruguayo se les ha plantado firme. Almagro también introdujo de nuevo el debate sobre Cuba y las violaciones a los derechos humanos en la agenda hemisférica.
Almagro competirá con María Fernanda Espinoza, excanciller del Ecuador en los tiempos de Rafael Correa, quien no fue presentada ni cuenta con el voto del actual gobierno de Lenin Moreno. El gobierno ecuatoriano ha manifestado su apoyo a Luis Almagro.
De forma sorpresiva, el Gobierno de Perú presentó la candidatura de Hugo de Zela, diplomático de larga experiencia, actual Embajador de su país en Estados Unidos y con una importante trayectoria en la OEA.
Pareciera que los cálculos iniciales de posicionar un discurso equilibrado no están logrando los resultados esperados, así lo ve Félix Arellano, ex director de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela.
En un escenario que parecía polarizado entre Almagro y Espinoza, ésta apoyada por países caribeños que usualmente se alinearon en contra de las propuestas de Almagro sobre Venezuela, el gobierno de Perú quiso jugar una posición de centro, pero no ha logrado el respaldo de los países que integran el llamado Grupo de Lima, una de las iniciativas peruanas para abordar la crisis venezolana y construir una posición común.
Aunque es una votación secreta, Colombia y Estados Unidos apoyan abiertamente a Almagro; países como Argentina y México parecerían más inclinados a votar por Espinoza, quien ha levantado la bandera de la no injerencia en asuntos internos de los países miembros de la OEA. Esto sería un giro radical a lo que han sido los últimos años gestionados por Almagro.
El periodista Andrés Oppenheimer conversó con los otros dos candidatos: “En días recientes, hablé con los dos candidatos al puesto de Almagro. Si bien son políticamente diferentes, me quedó claro que si alguno de ellos gana, el futuro líder de la OEA sería mucho menos frontal en sus denuncias sobre violaciones a los derechos humanos o fraudes electorales en países como Venezuela, Nicaragua o Bolivia”.
El nuevo gobierno electo de Luis Lacalle Pou, en Uruguay y quien toma posesión antes de la fecha de la elección, ha garantizado su voto a favor de Almagro.
La gran mayoría de países de la OEA ha optado por guardar silencio sin pronunciarse abiertamente a favor de uno u otro candidato.
En tanto, el actual embajador de Perú en Washington, Hugo de Zela, si bien por un lado calificó a Maduro de dictador, cuando fue interpelado por Oppenheimer dijo que su política hacia Venezuela pasaría por un diálogo constructivo dentro de la OEA.
A medida que avanza el tiempo se percibe un ambiente tenso y polarizado con interesantes posibilidades para la reelección de Luis Almagro, empero, con la votación secreta, como está previsto en el reglamento, sorpresas pueden ocurrir, advirte Arellano.
A su juicio, más allá de quién resulte electo, “preocupa la escasa atención en los aspectos de fondo, en la necesaria revisión de temas y definición de la orientación estratégica de la organización”.