Columnas
La nueva vida moderna, diría yo, la nueva vida urbana que llevamos los 7,900 millones de seres humanos en el planeta nos ha llevado mediante el avance tecnológico a crear una serie de satisfactores que hace 80 años ni siquiera imaginábamos. Me refiero a cientos de productos de limpieza, cosméticos, cremas, aromatizantes, alimentos procesados, aparatos y utensilios que diariamente utilizamos para tener una vida confortable. No tenemos tiempo para nada. Este avance tecnológico ha propiciado el uso de miles de sustancias químicas que hoy usamos durante toda nuestra vida. La Dra. Carro, de origen argentino, nos informó que el ser humano moderno está en contacto directo diariamente cuando menos con 300 sustancias químicas durante toda su vida. La escuchamos en el Taller Latinoamericano y del Caribe que se llevó a cabo en septiembre del año 2013 aquí en la Ciudad de México que convocó a 10 representantes de cada uno de los 26 países convocados por la Organización Mundial de Salud (OMS) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), durante 4 días, 8 horas diarias. Escuchamos a más de 30 expertos en salud, endocrinólogos, pediatras, psicólogos, sociólogos pero sobre todo toxicólogos que nos alertaron sobre las consecuencias a la salud de cientos de sustancias químicas que desde 2012, la OMS “actualizó el conocimiento científico sobre los compuestos químicos disruptores endocrinos (EDC, endocrine disrupting chemicals), definidos como sustancias capaces de alterar el equilibrio hormonal y el desarrollo embrionario y provocar efectos adversos sobre la salud de un organismo vivo o de su descendencia”.
Fui convocado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales desde diciembre del 2011 y hasta 2018 para ser miembro del Comité Consultivo Nacional para la Gestión Integral de Sustancias Químicas, Compuestos Orgánicos Persistentes y Residuos Peligrosos sujetos a Convenios Internacionales en materia ambiental, como experto y como parte del sector de ONGs ambientalistas para cumplir con las obligaciones que tiene nuestro país ante los Convenios Globales de Basilea, Róterdam, Estocolmo, el SAICM (Strategic Approach to International Chemicals Management) que en español es el Enfoque Estratégico para la Gestión de los Productos Químicos a Nivel Internacional y el Convenio de Minamata, cuyos objetivos son de regular, sustituir y prohibir gradualmente todas aquellas sustancias químicas, que aunque son muy útiles para nuestra vida urbana, tienen efectos sobre nuestra salud.
Personalmente he estado proponiendo junto con decenas de organismos de la sociedad civil, investigadores y catedráticos de muchas instituciones de Educación Superior la creación de la Ley General para la Gestión Integral de Sustancias Químicas, que nos permita avanzar hacia una mejor forma de gestión de las sustancias químicas.
*Carlos Alvarez Flores, Presidente de México, Comunicación y Ambiente, A.C.
Experto en Gestión de Residuos y Cambio Climático
www.carlosalvarezflores.com y Twitter @calvarezflores