La intención del voto de los mexicanos es peleada, desde ahora, por los diferentes frentes, cuando la única disputa se centra en las contiendas internas. El Frente Amplio por México considera que dependerá de su candidato el triunfo o la posición que tenga como fuerza electoral, o sus espacios legislativos.
Lo mismo sucede en Morena donde pelean una candidatura como si en ello les fuera el triunfo electoral que tienen asegurado y dividen un partido, cuyas consecuencias ya previeron los electores que se muestra ahora más lúcidos que los propios morenistas, incluyendo a su líder.
Si hubiera encuestadoras serias, que no se dejen manipular por su solicitante del servicio, la intención del voto de hoy sería muy similar a la que se arrojarán las urnas el 2 de junio por la noche. La pugna interna crea un velo de misterio en donde no los hay.
Una larga espera por los candidatos de todas las corrientes crea una expectativa, que sólo beneficia a los medios convencionales, cualquiera que sea el candidato. Habrá que ver la política desde una perspectiva diferente, tomar en cuenta las variables recientes y adoptarlas como factores que determinan no sólo el presente sino el futuro.
Esto es una bomba intelectual para quienes dicen que nada ha cambiado, que todo sigue igual y que todos los políticos y partidos son iguales. Visión que obnubila la realidad política y social.
Se aprende de la realidad y no de la preservación de las ideas del pasado, sobre todo cuando se trata de cuestiones sociales y más aún de temas políticos, pero la obsesión por mostrar más resentimiento que mantener una percepción abierta, crea posibilidades de error, incluso en empresas encuestadoras que se consideran serias.
En los últimos cinco años, los grandes perdedores son las encuestas, por muy certeras que haya dado las cifras, suelen condicionar sus futuros resultados a los éxitos del pasado y lanzar, como producto terminado, parte del entusiasmo de su aproximación que su seriedad a la hora de hacer cálculos precisos.
Finalmente, las encuestas tienen los mismos resultados que los debates, un pronóstico del perdedor, pero las condiciones de triunfo del ganador son una especie de secreto de Estado a la hora de incluirlas en la metodología de las encuestadoras.
En un país donde todavía la política se desarrolla en el maniqueismo entre buenos y malos, en la dualidad de perdedores y ganadores, el análisis social tiene muchas deficiencias, más aún si se tiene un candidato o partido favorito.
Hay partidos cuyo único objetivo es competir, sólo dos partidos quieren ganar aunque sólo uno pueda lograrlo. El registro es un negocio que deberá regularse con mucha seriedad en un futuro, aunque para algunos sea un drama pero para la población y la democracia será un gran triunfo.