Columnas
El cambio climático es uno de los mayores retos que enfrenta la humanidad en el siglo XXI, causado principalmente por la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) derivados de la quema de combustibles fósiles para generar energía. Una de las estrategias más efectivas para mitigar el cambio climático es la transición hacia las energías renovables, que son aquellas que se obtienen de fuentes naturales inagotables, como el sol, el viento, el agua, la biomasa y el calor de la tierra.
Las energías renovables tienen múltiples beneficios ambientales, sociales y económicos, como reducir las emisiones de GEI y otros contaminantes, disminuir la dependencia de los combustibles fósiles, generar empleos, ingresos y desarrollo local, favorecer el acceso universal a la energía y promover la innovación, la competitividad y la diversificación de la matriz energética. Según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), para limitar el aumento de la temperatura global a 1.5°C, se requiere reducir las emisiones globales de GEI en un 45% para 2030 y alcanzar la neutralidad de carbono para 2050.
Las energías renovables tienen múltiples beneficios ambientales, sociales y económicos, como: Reducen las emisiones de GEI y otros contaminantes que afectan la calidad del aire y la salud de la población; disminuyen la dependencia de los combustibles fósiles y aumentan la seguridad energética de los países; generan empleos, ingresos y desarrollo local en las comunidades donde se instalan los proyectos; favorecen el acceso universal a la energía, especialmente en zonas rurales y aisladas; promueven la innovación, la competitividad y la diversificación de la matriz energética.
México es un país con un gran potencial para el aprovechamiento de las energías renovables, debido a su ubicación geográfica, su diversidad de recursos y su capacidad técnica e institucional. Sin embargo, también enfrenta diversos retos para impulsar la transición energética, como la falta de una política pública clara y coherente, la resistencia de los actores del sector eléctrico tradicional, la insuficiencia de financiamiento, la oposición social y ambiental a algunos proyectos y la necesidad de fortalecer el marco regulatorio, la infraestructura de transmisión y distribución y la integración de las energías renovables a la red eléctrica.
Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), el potencial técnico de las energías renovables en México es de 2,300 gigavatios (GW), lo que equivale a más de 20 veces la capacidad instalada actual del sistema eléctrico nacional.
Sin embargo, la participación de las energías renovables en la generación eléctrica en México es aún muy baja, ya que representan solo el 23% del total, de los cuales el 16% corresponde a la hidroeléctrica, el 4% a la eólica, el 2% a la solar fotovoltaica, el 1% a la geotérmica y el 0.3% a la biomasa. Por el contrario, el 77% de la electricidad se produce a partir de combustibles fósiles, principalmente gas natural (64%), carbón (8%) y combustóleo (5%).
La dependencia de los combustibles fósiles tiene un alto costo ambiental, social y económico para el país, ya que implica una mayor emisión de GEI y otros contaminantes, una mayor vulnerabilidad ante la variación de los precios internacionales, una mayor importación de gas natural y una menor competitividad del sector eléctrico.
Hay que recordar que México se ha comprometido a nivel nacional e internacional a reducir sus emisiones de GEI y a promover el desarrollo de las energías renovables. En 2012, se aprobó la Ley General de Cambio Climático, que establece como meta reducir las emisiones de GEI en un 30% para 2020 y en un 50% para 2050, respecto al nivel de 2000. En 2015, se aprobó la Ley de Transición Energética, que establece como meta que el 35% de la generación eléctrica provenga de fuentes limpias para 2024 y el 50% para 2050. Además, en el marco del Acuerdo de París, México presentó su Contribución Nacionalmente Determinada (NDC), que consiste en reducir las emisiones de GEI en un 22% para 2030 y en un 36% de manera condicionada.
Es así, que todavía hay mucho trabajo por hacer hasta abandonar de manera significativamente la dependencia a los combustibles fósiles y sustituirlos por energías limpias, así que debemos seguir trabajando en conjunto la sociedad civil, las empresas y nuestro gobierno para conseguirlo. ¡Manos a la obra!