La realidad no quiso esperar a que saliéramos de cuarentena. Se metió hasta los domicilios en forma de aguas negras. Algunas personas lo sufrieron por primera vez, pero la mayoría trata de no acostumbrarse a que esto suceda cada año. No se rinden a lo que parece inevitable. Aunque los alcaldes(as) y la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, se escuden en las cada vez menos atípicas lluvias.
En esta ocasión las alcaldías más afectadas fueron Coyoacán, de Manuel Negrete; Benito Juárez (la Suiza mexicana), de Santiago Taboada; Álvaro Obregón, de Layda Sansores, y Tlalpan, de Patricia Aceves. Pero a lo largo de la temporada, todas las demarcaciones tienen sus propias “lluvias atípicas”.
El rostro de Claudia Sheinbaum mostraba indignación con lo que estaba viendo y escuchando. Si algo le molesta es enfrentar lo que se pudo haber evitado. Esas familias llevan décadas sufriendo inundaciones. Décadas que alcanzan a los entonces jefes de Gobierno Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard.
El ahora canciller Ebrard echó a andar el famoso Operativo Tormenta y fue tan bueno que llegó para quedarse. Solo que hay dos cosas que lo hacen insuficiente, su enfoque de reacción ante lo sucedido y la falta de voluntad política de los alcaldes y alcaldesas para sumarse de lleno a este plan.
En algunos casos, el problema de inundación fue originado por la falta de planeación del desarrollo urbano. Como ejemplo, tenemos algunos puentes vehiculares que envían el agua de lluvia directo a zonas habitacionales.
Sacmex a cargo de Rafael Carmona, conoce perfectamente cada punto y sabe cuáles son las causas. Se requieren proyectos especiales para cada uno. Es tiempo de que tomen la decisión de ir invirtiendo en cada proyecto y resolver de una vez este problema. Se necesitará del apoyo del Congreso de la CDMX para la asignación del presupuesto.
Pero en lo que eso sucede, hay que hacer lo que no hicieron las alcaldías, trabajar al máximo en el desazolve, con personal y equipo propio, y reforzarlo con la contratación de empresas que brinden este servicio. Poner a trabajar a sus áreas de protección civil, desarrollo social, obras y servicios urbanos, en un plan especial por zona para reducir las afectaciones de las siguientes lluvias. La comunicación permanente con la gente será primordial.
La jefa de Gobierno vio la gravedad de los daños y se dio cuenta que puede ser peor. Observó la inexperiencia y la falta de interés de algunos alcaldes y alcaldesas, que, si no fuera por ella, nunca se hubieran parado en las zonas afectadas. Sus rostros asustados y desencajados ante el enojo de los damnificados muestran lo pequeños que se sintieron ante la emergencia.
Tal vez creyeron que ser alcalde o alcaldesa solo era ir a inaugurar obras, entregar despensas, dar becas y sonreír a la cámara. El gobierno es la máxima responsabilidad. Se trata de la seguridad de todos los ciudadanos que habitan o visitan el lugar que se gobierna. Es un trabajo de 24 horas, los siete días de la semana. Letras pequeñas que casi ningún candidato lee.
Urge una limpieza de drenajes, pero también de funcionarios que no tienen el compromiso, la experiencia y conocimientos que se requieren para que la ciudad y sus alcaldías, no se caigan a pedazos. Se vale que los alcaldes y alcaldesas no tengan esa experiencia y conocimientos, mientras se rodeen de gente que sí la tenga. De lo contrario se da una combinación peligrosa.
ENTRE GITANOS
En las alcaldías, los equipos más sólidos y con resultados visibles en las encuestas, son de Miguel Hidalgo e Iztapalapa.
Dos estilos diferentes de gobernar, el innovador y vanguardista, la tradicional y protectora. Solo esperan las reglas para la reelección; sin embargo, la autocomplacencia es mala consejera. No les caería mal hacer algunos cambios en su gabinete.