Columnas
La salida anticipada del Senado de Xóchitl Gálvez estaba planeada, por su decisión a competir por la jefatura de gobierno de la Ciudad de México; finalmente la animaron para que buscara la presidencia.
El salto fue mucho más alto, por lo mismo mayores los cambios en su vida. Ya no podrá viajar por su cuenta en bicicleta. Para donde se mueva le acompañara su séquito, colaboradores y personal de seguridad. En el Senado, se desplazaba sola por el patio y pasillos. Cualquier mortal, visitante o periodista, se le podía acercar y dialogar en corto. Desde que la hicieron coordinadora del frente opositor, avanza rodeada de nube de reporteros, fotógrafos, camarógrafos y personal de prensa.
El disfraz de catrina para la tradición mexicana de Día de Muertos ya no lo utilizó este año.
Deja atrás la experiencia de haberse tirado en el piso del salón plenario en forma de protesta legislativa y la de encadenarse como lo hizo de la silla de la presidencia de la mesa directiva en la casona de Xicoténcatl. Ya no se pondrá botargas ni exhibirá mantas con diversas leyendas, como lo venía haciendo.
En la nueva tarea, pronto se ha dado cuenta que deberá ser más cuidadosa con dichos y acciones, porque todo se graba. Hasta las actividades privadas, por seguridad.
Hay bromas que para nada podrá repetir, aunque le parezcan divertidas, como la comida en forma de instrumento masculino.
Deberá medirse para no caer en violencia política de género; ahora tiene como adversaria a una mujer. En el Senado, no tuvo ningún límite para ensañarse con funcionarios comparecientes y exhibirlos por fallas en el servicio público. Llegó a tocar y exigir que le abrieran la puerta de Palacio Nacional, quería su derecho de réplica.
La afición al futbol deberá posponerla, más ahora que su equipo favorito anda por los suelos. Nada de ir al estadio a ver jugar al Cruz Azul, para que no la vayan a contagiar del desánimo y bajo rendimiento. El término “cruzazulear” tendrá que excluirlo de su diccionario.
Reaccionar a bote pronto como acostumbra, aumentará sus riesgos. Como senadora, no dudó en reclamarle de inmediato al senador morenista César Cravioto cuando éste planteó en tribuna senatorial que ella pudiera estar involucrada en el caso del llamado cártel inmobiliario. Lo persiguió por el patio del Senado para aclararle las imputaciones. Fue una acción personal que ejecutó sin complicación alguna.
Ahora tiene que tomar muy en cuenta que en el proyecto va acompañada y no en todos los casos con cuadros políticos que pueda presumir. Por eso el desliz en conferencia de prensa cuando incluyó entre los personajes con los que nunca trabajaría el nombre de “Alito” (Alejandro Moreno). Afirmación que deberá guardar, no repetir, porque no puede descalificar a quienes van en el mismo tren.
Ya no solo es ella, deberá de responder por los que la acompañan, tengan la trayectoria que tengan. No será fácil. Tiene costo, porque se pueden traducir en votos en contra en las elecciones.
Hay lastres de los que no va a poder desprenderse fácilmente; son parte del soporte de su candidatura.
Como senadora, nunca estuvo obligada a tragarse un sapo, como aspirante presidencial ya se vio que tendrá que acostumbrarse a digerirlos.
@zarateaz1
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