“Lo perdimos todo, lo que perdimos nos hizo salir de la casa, porque lo perdimos todo y venimos aquí a aventurar a ver qué tal”Edgardo Calderón, migrante hondureño
Estamos a tan solo unos meses de cumplir un año desde que la pandemia y el confinamiento inició. Durante este tiempo, muchos de nosotros hemos tenido la oportunidad de frenar un poco nuestro estilo de vida.
Por un momento, dentro de lo posible, pudimos dejar de pensar en lo que sucedía alrededor del mundo, pero, recordemos que eso no significa que el mundo no siguiera girando. Los problemas del “antes” de la pandemia siguen ahí, no han desaparecido, más bien, se han agravado.
En esta ocasión, dedico mis palabras a los migrantes que desde el pasado 13 de enero han decidido partir desde Honduras con el deseo de llegar a Estados Unidos. Convirtiéndose así en el primer grupo migratorio de 2021 que han tenido que abandonar su lugar de origen para poder buscar mejores oportunidades, además de que viven en extrema vulnerabilidad, tras la devastación que dejaron los huracanes Eta y Lota con las pérdidas patrimoniales y materiales. Como si fuera poco, a esto le sumamos la agudización de problemas económicos por la pandemia y la creciente violencia e inseguridad en las naciones del Triángulo Norte.
Justo hace unos días, en redes sociales, presenciamos que ante la llegada de miles de migrantes el Ejército guatemalteco y la policía antidisturbios decidieron disparar gases lacrimógenos y golpear con palos a los integrantes de la caravana. Esta práctica, lamentablemente, está siendo respaldada por reiteradas declaraciones de autoridades fronterizas.
Un ejemplo de ello, lo encontramos con el comisionado de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, pues declaró: “no pierdan su tiempo y dinero (...) Nuestro mensaje es claro, si ingresa a un país ilegalmente o violan las órdenes de salud pública, enfrentará una acción inmediata, incluida la expulsión de inmediato, arresto o el enjuiciamiento”.
Las posturas que han tomado los países latinoamericanos ante la caravana no son casualidad. Para poder entenderlo, hay que tomar en cuenta que, en solo unas horas, Joe Biden, tomará el cargo de presidente de los Estados Unidos, y que durante su campaña prometió cambios migratorios a quienes buscan mejores condiciones de vida.
Sin embargo, aquella postura tiene que visualizarse bajo lupa, pues recordemos que durante los ocho años del gobierno de Barak Obama, el cual tenía un discurso similar al de Biden, se tuvo históricamente la cifra más alta de deportaciones.
Por lo tanto, parece ser que, los países latinoamericanos se han vuelto en los policías y los encargados de hacerle el trabajo sucio a aquellos que dicen “apoyar” a los más vulnerables. Lo que hoy resulte del trato de esta nueva caravana migrante hacia los Estados Unidos, dará cuenta de lo que puede suceder de manera cotidiana después de la llegada de Biden a la presidencia. De lo que sí podemos estar seguros, es que esta caravana será una de decenas que pronto estarán marchando por el territorio nacional.