A Ricardo Monreal, esta vez, a diferencia de lo que pasó en 2018, le han puesto sobre la mesa la candidatura para jefe de gobierno de la Ciudad de México (CDMX). No la quiere.
No está dispuesto a canjear la posibilidad de la candidatura presidencial por la que aspiraba hace cuatro años.
En dicha ocasión, aceptó como premio de consolación la coordinación del grupo parlamentario de la mayoría en el Senado y ahí sigue. Hay quienes apuestan a que sus días están contados en esa posición, que tiene un pie afuera del partido guinda y que en cualquier momento lo echan.
Para su permanencia, el senador ha puesto como límite la dignidad. No se iría de inmediato, esperaría a subir el costo de su salida, dejar la percepción de que es víctima y no victimario del proyecto en turno.
Ya no le interesa la jefatura de gobierno de la CDMX, quiere estar en la boleta de las elecciones de 2024 como candidato a la presidencia de la República. Trabaja en ese sentido.
Aun cuando en encuestas no aparece entre los primeros lugares, ser candidato presidencial es su objetivo, aprovecha todas las oportunidades para mantenerse en medios tradicionales, en redes sociales, en chats, en lo que sea comunicación.
Personaje entrenado para la política, curtido en los desaires. La primera vez le cerraron la puerta en su antiguo partido tricolor y encontró en la oposición el camino hacia la gubernatura de Zacatecas. Demostró que tenía de su lado a la militancia y nadie objetó su triunfo.
La segunda vez, una encuesta que nunca lo convenció, le cerró el paso hacia el gobierno de la CDMX.
Hoy que su mira está en otro nivel, la oferta es la jefatura del gobierno capitalino, para tratar de tranquilizar su ímpetu presidencial.
A estas alturas, con 61 años de edad, su lucha no tiene regreso. Tampoco la tiene fácil y mucho menos en el partido que todavía milita. A pesar de su rechazo al mecanismo interno de selección, está tomada la decisión en la dirigencia para que sea la encuesta la que arroje el nombre del candidato.
Los simpatizantes que tuvo en Zacatecas, también los que en el 2018 estaban dispuestos a respaldarlo para pelear la CDMX, muchos de ellos deben de estar en la operación subterránea, en el armado de la catapulta que lo lance a la competencia anhelada cuando llegue el momento. Sería pueril suponer que está solo en su cruzada.
Si alguien de los que buscan competir por la presidencia de la República conoce por dentro y por fuera al partido en el poder, sus intestinos, sus fuerzas y debilidades, es Monreal.
Bagaje que lo hace alternativa para la triada partidista PRI-PAN-PRD o para Movimiento Ciudadano que pretende participar por su cuenta. O para los cuatro en su conjunto si concretan el acuerdo de formar cuarteto.
El llegar a convertirse en el candidato de la alianza no lo haría en automático triunfador en 2024, faltaría ver como lo valoraría la sociedad en general y el potencial del adversario o la adversaria que nominaría Morena.
Además, no sería el único de la oposición que aspiraría a la candidatura presidencial, hay otros apuntados, aunque ninguno con su larga trayectoria.
En cualquier caso, tendría a su favor el viejo y sabio dicho de que “para que la cuña apriete, tiene que ser del mismo palo”.
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