Columnas
Hasta lo que puede servirle al PAN como muestra de que ha empezado, por fin, a hacer política, le sirve como factor determinante para constatar la división en su partido.
Acertadamente la coordinadora del PAN en el Senado, Guadalupe Murguía, anunció el apoyo de su partido, en nombre de la unidad nacional, ante las declaraciones del nuevo gobierno de Estados Unidos que amenaza en estos momentos con aumentar aranceles, en un discurso agresivo propio de los políticos de barriada que nunca pelean con quien amenazan.
Así, el grupo Parlamentario llamó a la unidad, ante las declaraciones en contrario de sus militantes Lilly Téllez y Marko Cortés, quienes, a juzgar por sus nombres, ambos serían extranjeros, como hubieran querido, pero el destino les jugó una mala partida.
Lilly Téllez, pidió en tribuna en el Senado obedecer las peticiones sobre migración y narcotráfico de Donald Trump; por otra parte, el entonces líder del partido, pidió denominar a los narcotraficantes terroristas para dar pie a una invasión de gente armada de corporaciones de Estados Unidos.
Es decir, se quedaron solos y apestados ante un proceso de unidad natural que regresa al PAN a la palestra de los debates con dignidad más allá de gritos e insultos a los que tienen acostumbrados al pueblo de México sus legisladores.
El PAN se ha dividido en grupos, incluso en la Cámara de senador, porque mientras su coordinadora parlamentaria, convoca a la unidad patriótica frente a estados unidos, personajes como Lilly Téllez asegura que Canadá es un país superior a México y el golpeador profesional, Enrique Vargas del Villar, quien pateó personalmente a otro senador de Morena, Jorge Álvarez Bringas en lo que considera su cuartel general, el Estado de México. Espero que el morenista estuviera sometido por sus guaruras para agredirlo. Por otra parte, está el líder nacional que ya no encuentra la salida con tantas preguntas sobre sus cuentas pendientes con la justicia.
Es decir, el PAN tiene panistas, pero éstos no actúan coordinadamente, cada uno tiene sus intereses, de tal manera que sus declaraciones sólo pueden interpretarse como el sentir individual de quien las pronuncia.
La llegada del nuevo líder individualizó no sólo a los legisladores panistas sino a la famélica militancia que se ve sin brújula, porque no hay un solo trabajo en común.
El panismo está dividido en pedacitos que parecen irreconciliables, no hay hilo para hilvanar la cohesión y la desesperación del nuevo líder nacional sólo muestra temor de ser encarcelado sin importar que el partido se desmorona.
Si había un liderazgo panista deficiente, ahora se observa un partido acéfalo, unas gritan en tribuna, otros golpean, otros prometen triunfos electorales, otros cuestionan su situación. El extravío del PAN y la progresiva disminución de una militancia sin rumbo los llevan a la desaparición.