Sin un marco regulatorio claro para enfrentar la pandemia, México entra a la etapa 2 de la epidemia. Los casos reportados, siguen sin ser alarmantes, lo cual razonablemente genera alarma en sí mismo. Se cumplen los requisitos para pasar a la etapa 2 (ya hay contagios internos, no sólo importados), pero en comparación con otras naciones, el panorama aún es incipiente en número de personas infectadas y fallecidas.
A estas alturas, ante la oleada de miedo y pesimismo, hay algunos datos que pueden ayudarnos a construir teorías optimistas, cuya validación habrá que dejar al tiempo, casi, casi a la suerte. Por ejemplo, casi la totalidad del territorio nacional, se encuentra por debajo del trópico de cáncer y, según algunas opiniones, esto, junto con la entrada de la etapa estival del año y el retraimiento de otros virus parecidos por motivos de la temporada del año, tendrá un efecto benigno para el paso de la epidemia en México. El Covid-19 es lo suficientemente cruel y vertiginoso como para refutar o confirmar estas teorías, para demostrarnos qué tanto resiste a los rayos ultravioleta cuando inicia la época de más horas de sol del año.
En la misma línea optimista, podría sostenerse que, aunque la enfermedad será durísima en México, no lo será tanto como en Europa, pues existen importantes diferencias demográficas: mientras Italia tiene cerca de 15 millones de personas mayores de 65 años, México tiene alrededor de 9 millones y la densidad poblacional es diametralmente opuesta. La mediana de 29 años de edad de la población mexicana, podría ser una defensa.
Asimismo, la entrada de México a la fase 2 de la pandemia pone al país en guardia cuando otras naciones llevan ya más de un mes en un implacable intercambio de golpes con la enfermedad, lo que ha generado ya una interesante batería de tratamientos y curaciones que intentan ayudar a la humanidad a aguantar el vendaval en lo que se logra desarrollar una vacuna, proceso que, de acuerdo con el consenso de los expertos, durará más de un año. Así, en Francia intentan probar de forma contundente que la combinación de medicamentos para la malaria y ciertos antibióticos puede resultar muy efectiva para combatir al virus en los casos que se agravan. Los franceses esperan tener resultados confiables en unos 10 días más. En Estados Unidos se empieza a hablar de transfusión de plasma de los inmunizados naturalmente a los enfermos y en Andalucía alertan sobre la necesidad de usar ya corticoides para los casos más graves, que matan a partir de inflamaciones pulmonares fulminantes.
Así pues, mucho pasa en el mundo, mucha inteligencia está activada ya, cuando México apenas sube al cuadrilátero con la enfermedad. Esto puede ser benéfico.
Sea lo que sea, lo cierto es que unas cuatro semanas, justo cuando se esté venciendo el plazo de esta primera cuarentena light, bautizada como Jornada Nacional de Sana Distancia, tendremos mucha más información para saber si la suerte nos acompañará o no.
En todo caso, es increíble que, a falta de reglas, presupuestos y servicios de salud de excelencia, sea el azar el que pueda consolarnos aunque sea hipotéticamente. Si hay algo que cambiar al final de esta etapa histórica, es precisamente eso.