La inconformidad social en México esperó dos años para encontrar una manera de hacer sentir su fuerza social. Las elecciones del 6 de junio representaban para los mexicanos que no están a favor de la Cuarta Transformación la esperanza de mostrar que no todo en México es Morena.
Por su parte, los partidos de oposición que pasaron el tiempo señalando errores del gobierno federal les sorprendió la llegada del año electoral y decidieron tomar de la orfandad a algunos de sus candidatos más conocidos.
Así los inconformes, al ver a los candidatos que le darían voz a cambio de su voto, seguramente preferirán no votar o, en el mejor de los casos, verle el lado positivo al actual gobierno. La simple elección unilateral de los candidatos de la oposición desactiva toda protesta posible.
La sociedad que está inconforme no quiere regresar al pasado, no está de acuerdo con la presente administración y tiene todo su derecho a disentir, pero ante la postulación de esos candidatos no encuentra alternativa más que el abstencionismo.
Los pocos que son jóvenes de edad en la oposición piensan no sólo como conservadores, sino como ancianos ideológicos que se quedaron en el pensamiento social de hace un siglo. La historia de México ha impuesto derrotas a los conservadores por siglos. Una de las causas es que hasta los conservadores deben actualizar sus preceptos y adaptarlos al presente, de no ser así, desconocen la realidad y esto fue lo que sucedió con una oposición que no vio pasar el tiempo, esperando que regresara el pasado como por arte de magia o a través de un milagro.
Los candidatos seleccionados por la oposición ni siquiera cuentan con el apoyo de la militancia. En los tres partidos en alianza hay deserciones importantes por esa causa. No se trata de estampidas masivas para recibir una candidatura en otro partido, sino de repudio por decisiones de su cúpula, sorprendida por una carencia total de cuadros, que intentan llenar con hijos adoptivos, es decir, sin organismos políticos, en plurinominales. Como si en lugar de partidos políticos fueran orfanatos de menores desvalidos, sin apellido, sin origen y sin destino.
El PAN y el PRI, sus dirigentes se colocaron en los primeros lugares de las candidaturas plurinominales, y esto fue interpretado por el resto de los candidatos y la militancia como la imposición para realizar un doble trabajo. Es decir, harán campaña para intentar ganar ellos y para que obtengan una curul los que no se esforzarán nada. Probablemente, esos mismos correligionarios los sustituirán en el Congreso porque, quienes sí realizan campañas y no ganen en las urnas pueden, con su derrota, otorgar un lugar en el Congreso a los adoptados, gracias al trabajo, dinero, esfuerzo, tiempo, ingenuidad de quienes sí hicieron campaña.