Con la llegada de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos y la salida de Donald Trump por la puerta trasera de la Casa Blanca inicia una nueva era en la que los mandatarios populistas y autoritarios, que actualmente gobiernan en el mundo, verán correr la misma suerte del magnate pelirrojo que fomentó el odio entre su pueblo y dividió a los estadounidenses cuando siempre se le debe apostar a la unión y a la paz, nunca a la guerra en cualquiera de sus formas.
El demócrata Biden recibe un país convulsionado por las acciones de su antecesor y por la terrible pandemia que azota al mundo. En Estados Unidos más de 400 mil muertos por Covid-19 y la división entre malos y buenos, como cotidianamente escuchamos a nuestro presidente calificar a quienes están con él y a quienes no lo apoyan por la destrucción de instituciones que tanto nos costaron crear y la falta de apoyo en esta crisis sanitaria.
No es que sea vidente, simplemente es la realidad la que se impone cuando vemos a una super potencia como lo es Estados Unidos darse una nueva oportunidad de caminar por la ruta de la paz y la concordia, de la solidaridad entre todos los americanos y los que no lo son, pero viven allá por querer mejorar su vida y la de sus familias. ¡Adiós al populismo!
El ya presidente Biden tiene muchos retos por delante, el principal regresar la tranquilidad a sus habitantes que durante cuatro años soportaron la mala energía de un hombre egocentrista, pendenciero y horriblemente racista. De sus acciones a partir de este momento dependerá que Estados Unidos, nuestro vecino, sea el país amigable que deseamos tener para retomar relaciones sanas.
Personalmente me llena de esperanza la presidencia de Biden por su espíritu en busca de mejorar el medio ambiente, por frenar el cambio climático que, junto con la pandemia, nos amenaza día con día con acabar con el mundo y con la vida (humana y no humana) que lo habita.
Tan solo en este punto el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador debiera preocuparse y ocuparse porque no es un mandatario a quien le interese ayudar al planeta y menos a la vida humana, de seres vivos y de bosques, selvas y mares; la prueba son sus faraónicas obras que generaran más daño a la atmosfera, la refinería Dos Bocas y el Tren Maya.
Biden, como lo ha dicho y lo ha demostrado, apuesta por las energías limpias y sin duda regresará a su país al Acuerdo de Paris para que se hagan las acciones necesarias tendientes a frenar el cambio climático.
Y no podía dejar de mencionar su amor y bondad hacia los animales; él, junto con su esposa Jill, adoptaron a un perro de un centro canino donde les buscan hogares a estos maravillosos seres vivos.
De Biden y López Obrador hay mucho que hablar…