En los vastos dominios del océano, los huracanes, esas formidables bestias meteorológicas, sigueEn un baile impredecible, dejando a su paso destrucción. Entre junio y noviembre, estas tormentas colosales se desatan en el Caribe, el Golfo de México y la costa este de Estados Unidos. Pero su camino está lejos de ser lineal; está moldeado por un elemento crucial y en constante cambio: el anticiclón.
Este anticiclón, a veces débil y orientado hacia el este, actúa como un escudo para las regiones del Caribe. Los huracanes, detectando su presencia, giran hacia el norte, alejándose de estas islas. Sin embargo, si este anticiclón se fortalece y se encuentra al suroeste, un huracán puede tomar un rumbo peligroso hacia el Golfo de México o Florida. La posición del anticiclón, como nos revelan los meteorólogos, es una danza constante, cambiando según el año, las estaciones e incluso en cuestión de días.
Las variaciones en la posición del anticiclón pueden transformar completamente la trayectoria de un huracán. Un ejemplo notable es el huracán Sandy en 2012. Después de tocar tierra en Cuba, Sandy se dirigió hacia el noreste. Sin embargo, un anticiclón en Groenlandia y un frente frío bloquearon su ruta, forzándolo a retroceder hacia la costa este de Estados Unidos, causando devastación en Nueva York y Nueva Jersey.
En el Pacífico Este, a pesar de ser más activo que el Atlántico Norte, los huracanes tienden a dirigirse hacia el oeste o noroeste. Algunos pueden regresar hacia las costas de México si las condiciones son adecuadas, pero la mayoría se desvanecen en latitudes más altas, encontrando aguas frías que los disuelven.
Curiosamente, bajo la línea del Ecuador, en Sudamérica, rara vez vemos la furia de los huracanes. Esto se debe a la falta de las condiciones ideales. Las ondas tropicales, comunes en el hemisferio norte, son escasas aquí. Además, el efecto Coriolis, vital para la formación de huracanes, es demasiado débil cerca del Ecuador para que los vientos giren y den vida a estas tormentas.
En un mundo en constante cambio, el calentamiento global también desempeña un papel incierto en el comportamiento de los huracanes. A medida que los océanos se calientan, los científicos plantean preguntas inquietantes: ¿los huracanes serán más fuertes e intensos? ¿Veremos más huracanes de categoría mayor y menos de categoría menor? Las respuestas aún son esquivas, pero los huracanes, con su danza errática y poderosa, continúan recordándonos la complejidad asombrosa y aterradora de nuestro mundo en constante cambio.
Foto pot AFP