La contingencia sanitaria ha remarcado y agudizado las grandes brechas sociales, económicas, educativas, culturales y políticas que existen en México, las cuales han demandado por parte de los gobiernos federal y estatales, empresas privadas, asociaciones de la organización civil, sindicatos y sociedad en general, acciones enfocadas a ayudar a la población más vulnerable.
En este contexto, no se explica la falta de sensibilidad, empatía y conocimiento de los diputados que la semana pasada (además de extinguir 109 fideicomisos), votaron la modificación a la Ley Federal de Derechos, en la que se plantea un incremento del 7% en en las cuotas para la explotación y aprovechamiento del espacio radioeléctrico.
Dictamen que eleva los costos de servicios de telefonía e internet, lo que impactará negativamente a la economía de los mexicanos en un momento en donde estos servicios son de primera necesidad para todas las familias, ya que muchos están laborando desde casa y en especial porque los más de 36 millones de estudiantes que hay en México, deben continuar sus estudios a distancia.
¿Acaso los diputados ignoran esto? ¿ignoran que más de 32 millones de mexicanos no tienen acceso a internet? ¿ignoran que en 2019, en un estudio realizado por la OCDE en 37 países sobre penetración de internet fija, México apareció en el penúltimo lugar?
Ignoran que el Sondeo al Magisterio, Aprende en Casa, que realizó el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) puso de manifiesto que el 50.2% de los docentes utilizan el teléfono celular para acceder a sus contenidos; alrededor del 30% lo hace con otros dispositivos, mediante la conexión a internet de sus hogares; el 14.5% a través de la televisión; el 0.3 por ciento, con la radio; y el resto, con el apoyo de otros instrumentos y materiales, y que solo el 67.3% cuenta con Internet en su casa, y que entre el 30 y 44% aseguran que sus alumnos cuentan con conexión a internet en sus hogares.
Los diputados que votaron la reforma educativa a principios de este sexenio, son los mismos que alzaron la mano para la modificación de esta ley, y al hacerlo no pensaron que la excelencia educativa que ensalzaron en ese entonces, pasa por darle la oportunidad a los estudiantes y maestros de acceder a las tecnologías, y más en estos momentos de crisis.
Los datos expuestos deberían ser suficientes para que ni siquiera se hubiera puesto a discusión este tema, esta aprobación impactará sin duda alguna en todos los ámbitos de nuestra vida, pero en lo educativo lo será más, porque las consecuencias a mediano y largo plazo serán catastróficas, ojalá en el Senado se priorice, entre otros puntos, el futuro de estudiantes y maestros, porque si no es así, se estará excluyendo a miles de estudiantes del sistema educativo, que simplemente dirán: “Seguir estudiando. ¿Cómo?”