Columnas
No sé bien cómo fue que llegué al libro de Carlos Granés (Bogotá, 1975) “Delirio americano. Una historia cultural y política de América Latina” (Penguin, 2023; 1ª. Ed. 2022). Creo recordar que pudo haber sido tal vez a través del algoritmo de Amazon, que como sabemos todos nos tiene bien medidos y monitoreados en todo lo que vamos buscando. Lo compré en Kindle.
Al ir avanzando, el libro me pareció la verdad muy bueno, además de ambicioso, tratándose de una reconstrucción de las relaciones entre los movimientos culturales y las tendencias políticas de lo que Granés llama el “largo siglo XX hispanoamericano” (en alusión al “corto siglo XX” de Hobsbawm), que comienza con dos acontecimientos político-literarios ocurridos en el último tramo del siglo XIX, a saber: la muerte de José Martí en 1895, y la guerra hispano-estadounidense de 1898, en la que Cuba se deslinda del yugo español pero para que se le sustituyera por el norteamericano, ante lo que también Rubén Darío hubo de cobrar consciencia plena inaugurando, junto con Martí y otros, la tendencia del modernismo como punto de arranque, a su vez, de un siglo XX que, según Granés, concluye en 2016 con la muerte de Fidel Castro, ni más ni menos.
El libro consta de cinco partes: Antes del comienzo: La muerte de José Martí y el preámbulo al largo siglo XX latinoamericano; Primera parte (1898-1930): Un continente en busca de sí mismo: el americanismo y los delirios de la vanguardia; Segunda parte: Los delirios de la identidad: la cultura al servicio de la nación; Tercera parte (1960-2022): Los delirios de la soberbia: revoluciones, dictaduras y la latinoamericanización de Occidente; Antes del final: La muerte de Fidel Castro y el largo siglo XX latinoamericano.
Interesado de tal manera con el libro, comenté el punto con mi gran amigo Sebastián Pineda, paisano de Granés, que digamos que me puso un poco más en contexto al tiempo de pasarme la reseña que sobre el libro en cuestión le publicaron en la revista “RECENSIÓN” (www.revistarecension.com, Vol. 9, enero 2023), y que recomiendo ampliamente para entender tanto lo que dice Pineda como lo que yo, al suscribirlo punto por punto, también pienso.
Así y todo, y siendo tal la cantidad de información que maneja Granés, decidí comprarme la edición impresa para constatar que, además, viene encartado al principio un formidable mapa político-cultural de ese largo siglo XX americano, en donde quedan mapeadas las conexiones y desconexiones entre tres líneas de desarrollo: las influencias extranjeras, los movimientos culturales y los movimientos políticos, en efecto, ofreciéndote la verdad una magnífica cartografía sobre la forma en que tales relaciones han determinado la dialéctica política de todas nuestras repúblicas.
Pero hay un problema con el libro, detectado muy bien por Pineda y que yo suscribo: al hablar de delirio, Granés quiere dar a entender que el siglo XX no ha sido otra cosa que una serie de desviaciones (delirio significa desviado) de un supuesto camino recto dentro de cuyo cauce nomás no hemos sido capaces de meternos nosotros los necios latinoamericanos por culpa de políticos irresponsables y populistas por igual, delirantes dirá Granés, que o bien se dejaron llevar por el delirio de la vanguardia, o por el de la identidad, o el de la soberbia nacionalista o el de la revolución, obstáculos delirantes y desviados todos de, adivinen qué: la democracia como forma sublime de existencia histórica.
Cuando busqué en internet un poco más sobre Granés, y vi sus relaciones con tipos como Vargas Llosa, comencé a entender por qué plantea lo que plantea, así como a alinearme con la crítica de Pineda, sin perjuicio de que el material trabajado y mapeado en “Delirio Americano” vale sin duda ninguna la pena y mucho. Ya que cada uno de nosotros saquemos nuestras propias conclusiones. Como punto de partida y fuente de consulta e información no puede tener objeción.