Se salvan 70 años de futbol con la desarticulación de la Superliga, proyecto que encabezó Florentino Pérez, presidente del Real Madrid; UEFA y FIFA amenazaron a los 12 clubes que atentaron contra los valores de este deporte y que buscaron una "evolución"; en 48 horas se apagó el torneo de "los ricos".
Este intento de certamen, que fue creado supuestamente para "salvar al futbol", según palabras del dirigente merengue, lo integraron clubes españoles principalmente el Real Madrid, Barcelona y el Atlético de Madrid, además del poderío inglés del Manchester United, Liverpool, Tottenham, Chelsea, Manchester City y el Arsenal; a estos equipos se sumaron la Juventus, el AC Milan y el Inter de Milán, es decir un coctel de pudientes.
Este hecho explotó como bomba en las entrañas de la FIFA, órgano rector presidido por Gianni Infantino, pero esta demostración de poder por parte de los clubes más grandes del planeta, se desplomó luego de una serie de advertencias. "Tendrán que asumir las consecuencias", dijo.
Una de las amenazas más impactantes fue la que lanzó el propio presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin. "Todos aquellos futbolistas que jueguen esa Superliga, no lo podrán hacer con su Selección", expresó de manera contundente; de inmediato se creó un panorama con una Copa del Mundo Qatar 2022, sin Messi, Cristiano, Suárez, Benzema, Salah, Pogba, Ramos e incluso el mexicano Héctor Herrera, que juega para el Atlético de Madrid.
Ayer, los primeros en bajarse del tren de la Superliga, fueron Manchester City, posteriormente los seis equipos ingleses revelaron que abandonaban el proyecto, algo que le quitó fuerza a un proyecto que venía planeándose desde finales de los 90.
Marcelo Bielsa, entrenador argentino del Leeds United de la Premier League, se sumó a las voces que estuvieron en contra y fue contundente. "La lógica que impera en el mundo, y el futbol no está fuera de eso, es que los poderosos sean más ricos a costa de que los débiles sean más pobres".
Incluso el también director técnico Pep Guardiola, a pesar de estar al frente del que era uno de los clubes fundadores, como lo era el Manchester City, rechazó la idea de un certamen elitista. "No es deporte cuando el éxito ya está garantizado. No es deporte cuando no importa si pierdes. No es justo que un equipo luche y pelee, llegue a la cima y después no clasifique porque el éxito está garantizado solo para algunos clubes". Habló con valores como estandarte.
El negocio era jugoso económicamente y afectaba directamente a la Champions League, le quitaba a las piedras preciosas, a esos clubes que dan prestigio, pues ellos saben que tienen ese poder, porque hacen la fiesta, pero considerar a este torneo como algo anticuado es una barbarie; es cierto que nació en 1955, pero ha ido evolucionando y Lennart Johansson, que murió en 2019, se encargó de crear el formato que actualmente conocemos, ese que se puso en marcha en 1992.
SE CAYÓ EL NEGOCIO
Con el respaldo del banco estadounidense JP Morgan, la Superliga se sintió en las nubes, pues a cada club participante se le ofrecieron 350 millones de euros por competir, pero donde estuvo la comparación estratosférica fue en lo que hubiera repartido este certamen: 10 mil millones de dólares, cuando la Champions solo 350 millones. Un negocio bastante ambicioso y sin oportunidad para los clubes modestos.
Ahora habrá presión para que la Liga de Campeones de Europa se perfeccione, sobre todo en aumentar los bonos a los equipos y es obvio, pues los ricos quieren más dinero, pero después de esta escena, habrá que esperar a las sanciones.
Los ingleses pidieron disculpas, los italianos están por salirse, el proyecto se suspendió y ahora vendrán los castigos por la rebelión, por este intento de sabotear el sistema, y de paso hasta pedir la destitución de Florentino Pérez, quien pretendía quedar en la historia como el hombre que "evolucionó" y "salvó al futbol", y que borró la tradicional Champions League, pero solo fueron 48 horas de rebelión. Ahora a dar la cara.