Existe una tribu en el sur de África que considera que los seres humanos tenemos el anhelo de sentirnos especiales y buenos, y por ello acostumbran saludar con la palabra “Sawabona” que significa “yo te respeto, te valoro y eres importante para mí”, y quien la recibe, responde “Shikoba”, que quiere decir “entonces…yo soy bueno y existo para ti”. Este acto de reconocimiento reconstruye el interior de las personas sabiéndose de esta manera queridas y valoradas.
Esta costumbre, bajo nuestros propios esquemas culturales, es una práctica cotidiana que realizan con sus alumnos nuestros maestros y maestras, acción, que ha permitido que la mayoría de los estudiantes, vean en ellos no solo a la persona que les enseña, sino quien los acompaña, los guía, los ve y escucha, siendo de esta manera lo que Boris Cyrulnik denominó: “Tutores de resiliencia”.
Tutores de resiliencia, que hoy les hace tanta falta al 41.5% de estudiantes que en la Encuesta sobre experiencias de las comunidades educativas durante la contingencia sanitaria por Covid-19 que realizó la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), manifestaron tener estrés, ansiedad, frustración, enojo, tristeza y depresión, por sentir una carga excesiva de tareas, no entender las actividades, no poder participar en las actividades virtuales, no tener quien los ayude a resolver sus dudas, no tener los materiales para trabajar, y por la sensación de no estar aprendiendo bien.
Al leer esta información, recordé miles de historias que han construído los docentes-Tutores de resiliencia para que esto no suceda, entre ellas la de la Mtra. Felicitas de la primaria Vidal Alcocer de Chimalhuacan, quien siempre iba preparada con el material que les había solicitado a sus alumnos para trabajar en clase, porque sabía que sus familias no tenían cómo comprárselo, y gastando parte de su salario, compraba cartulinas, pegamento, colores… lo que se requiriera, para que “sus niños y niñas” nunca vieran en ello, un obstáculo para seguir bien en la escuela.
La de la Mtra. Maru, directora de la Escuela Primaria Justo Sierra que se encuentra en Tlalnepantla, quien encontró en el Mtro. Rigoberto Vargas Cervantes, Secretario General de la Sección 36 del SNTE, el aliado para que los estudiantes que iban a salir de 6º año, pudieran en su graduación tener en sus manos “el regalo soñado”: una tableta digital y un paquete de libros, para poder hacer sus tareas al pasar a secundaria.
Las que han escrito todas y todos los maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que participaron en la campaña de “Donación de Aparatos Electrónicos”, para que miles de estudiantes en situación vulnerable, que estaban a punto de abandonar la escuela, siguieran estudiando, con la motivación de que son importantes para sus maestros.
Los docentes-Tutores de resiliencia, cuando regresen a clases presenciales, tendrán muchas historias que curar y transformar, hoy están haciendo hasta lo imposible por seguir caminando con sus alumnos, pero los datos nos dicen cuánto les hacen falta, ya Albert Camus en su carta a su maestro Louis Germain, lo dejó muy claro: “Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, nada de esto hubiese sucedido".
Asesora en Comunicación Estratégica e Imagen Pública