La estrategia gubernamental para el regreso a clases se basa en un principio plausible, pero incompleto, ya que la actitud de corresponsabilidad que se pretende fomentar con la frase “yo cuido del otro” se enfoca solo en el cuidado de la salud, particularmente de la prevención y detección del nuevo coronavirus, pero no incluye la protección de los datos personales de quienes pudieran tener esa o cualquier otra enfermedad.
Toda la información relacionada con el estado de salud presente o pasado de una persona es considerada por la ley que protege los datos personales como sensible, y se exige la implementación de las mayores medidas de seguridad posibles físicas, administrativas o informáticas para prevenir cualquier un uso indebido.
El solo hecho de emplear un termómetro en los accesos a las escuelas constituirá un tratamiento de un dato personal (como lo es la temperatura corporal), aunque no se lleve un registro o archivo de esa información. Pero las medidas a implementarse en la llamada “nueva normalidad” implicarán muchas formas de tratamiento de datos sensibles para los cuales no parece que se esté poniendo el mismo énfasis para el autocuidado y el cuidado de la privacidad del otro.
El secretario de Educación Púbica, Esteban Moctezuma Barragán, presentó la semana pasada a profesores y supervisores del país el “Protocolo de regreso a clases en la nueva normalidad”. En una videoconferencia, el titular de la SEP expuso las principales medidas que se adoptarán en el entorno escolar para cuidar la salud de toda la comunidad integrada por profesores, alumnos y padres de familia.
Algunas de esas medidas establecidas en el protocolo y su anexo 3 tendrán inevitablemente un impacto en la privacidad de alumnos, profesores, padres de familia y personal administrativo de los planteles escolares, públicos y privados, como serán los filtros previstos antes de salir de casa, al llegar a la escuela y durante la permanencia en el salón de clases.
Un filtro constituye en sí mismo una forma de selección (o discriminación) de acuerdo con criterios prestablecidos. Los filtros del protocolo de la SEP se orientan a detectar a quienes pudieran tener síntomas de Covid-19 para evitar que contagie a más integrantes de la comunidad escolar. Pero tener fiebre, por ejemplo, no necesariamente significa que la persona contrajo el coronavirus, ya que la alta temperatura puede deberse a muchos otros factores. Si un alumno tose o estornuda con frecuencia no quiere decir en automático que tenga Covid-19.
Sin embargo, el manejo inadecuado de los datos del alumno o maestro que haya tenido esa tos recurrente o fiebre podrían dar lugar a que se corra la voz entre los padres de familia, alumnos y maestros de que tiene el coronavirus, aunque no sea cierto, y se genere una actitud de acoso, segregación, estigmatización e incluso agresión hacia ellos.
Por ello, el principio “yo cuido del otro” que promueve el protocolo de regreso a clases debe entenderse que aplica no solo para el cuidado de la salud, sino de manera integral. El cuidado del otro debe abarcar también el cuidado de la privacidad del otro.
El mismo protocolo establece también “Comités participativos de salud escolar”, en donde se da una oportunidad inmejorable para la sensibilización y capacitación de sus integrantes no solo en la detección y manejo de casos probables de Covid-19, sino también para el cuidado de los datos personales, sobre todo con la necesaria perspectiva de derechos humanos y del interés superior de los niños, niñas y adolescentes.
(*) Especialista en transparencia y protección de datos.
@torresalex