Columnas
De siempre se ha sabido de las diversas bandas de jóvenes que operan en New York, sus actividades delincuenciales que simplemente no han tenido limite, igualmente del rebasamiento del que ha sido objeto la policía, siguen controlando una gran parte de la vida en las calles de la gran manzana, mayormente en la zona del Bronx, del bajo Manhattan. Ahí puede pasar de todo, por ejemplo, viajar la tarde de un lunes cualquiera en el metro armado con una pistola bajo la ropa.
La normalización de hacer y deshacer de estos grupos parece formar parte del mosaico multi étnico, racial y social neoyorkino.
El pasado lunes, cobraron una víctima más, un inocente que sólo tuvo la mala fortuna de estar en el vagón del subterráneo en donde 2 bandas rivales discutieron, se amenazaron y finalmente se enfrentaron a balazos, uno de estos mortales para un joven mexicano de 34 años que solamente se dirigía a su trabajo y 5 personas más fueron lesionadas, entre ellas; un niño de 15 años, una niña de 14, un adulto mayor de 71 años, un joven de 28 y una mujer de 29 que lucha por su vida.
Las declaraciones policíacas, como es común en New York, reportaron que se trató en un enfrentamiento entre bandas rivales, dentro de esta anormal y cotidiana vida neoyorkina.
Pero la pregunta es ¿qué tan normal es viajar en el metro, de cualquier ciudad del mundo con armas?
La realidad es que, en la Gran Manzana, el número de armas sencillamente se desconoce, en todo el país de forma considerable se hablan de más de 400 millones entre armas de pequeño calibre hasta las de asalto, las automáticas las de última generación, eso sí la discusión sobre el tema parece permanente como también lo es el poderío de la Asociación Nacional del Rifle desde donde se escuchan miles de voces, pero sólo se escuchan.
Los reportes de los testigos e incluso algunos policíacos de los sucesos del metro señalan que 2 jóvenes comenzaron a discutir al interior de uno de los vagones cuando venían de la escuela, pero de las palabras pasaron a los golpes y finalmente concluyeron con intercambio de balazos, el lugar, la concurrencia, la luz de día no fueron suficientes para detenerlos, quería imponer su razón, mostrar su poderío y controlar el territorio ante la frustración, coraje y desaprobación ciudadana.
Los discursos, las frases comunes y las escusas estuvieron presentes como siempre que hay un enfrentamiento entre bandas, pero la realidad, esa terca y necia realidad se imponen, gran parte de New York está bajo el control de estos grupos delincuenciales y bueno, la policía siempre atenta, siempre presente, pero con los mismos resultados.