Columnas
En un mundo donde los derechos de los niños son reconocidos como fundamentales, la persistencia de la violencia infantil exige acciones inmediatas. Este compromiso fue asumido por más de cien gobiernos durante un encuentro global en la ciudad de Bogotá, donde se establecieron acuerdos para erradicar la violencia infantil, que afecta de manera cotidiana y silenciosa a millones de niños. Esta cumbre, organizada por Colombia y Suecia junto a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF, marca un hito en la promesa de protección infantil para todo el mundo. Durante este encuentro, se evidenció que más de mil millones de niños, la mitad de los menores del mundo, sufren alguna forma de violencia. Entre ellos, tres de cada cinco son castigados físicamente en su hogar. El hecho de que cada 13 minutos un niño pierda la vida por homicidio arroja luz sobre la urgencia de erradicar esta crisis. A pesar de los esfuerzos previos, la prevalencia de la violencia infantil sigue siendo alarmante en la mayoría de los países, sin que las leyes protejan efectivamente a los menores. Durante la cumbre, la OMS presentó cifras que son un llamado de atención para los gobiernos. Alrededor del 20% de las niñas y el 14% de los niños son víctimas de violencia sexual, y entre el 25% y el 50% han experimentado acoso escolar. La OMS y UNICEF subrayaron la urgencia de que cada compromiso asumido en Bogotá se traduzca en políticas y acciones concretas, capaces de mitigar las formas de violencia más comunes, como el maltrato físico, la violencia psicológica y el acoso en línea. Para algunos países, estas medidas ya están en marcha. El gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo, se comprometió a legislar a favor de la seguridad en medios digitales; así como instaurar un grupo de trabajo global para combatir la violencia escolar en todo el país. La violencia infantil suele desarrollarse en la intimidad del hogar o el entorno escolar, donde rara vez es denunciada. La OMS estima que menos del 10% de los niños que sufren violencia reciben ayuda. Esta realidad refleja una barrera estructural que impide que las políticas de protección infantil lleguen a los sectores más vulnerables. Por este motivo es primordial la actuación de los representantes del Congreso de la Unión, de la nueva persona que dirija el destino de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH); de la Secretaría de Educación Pública, de la Secretaría de Salud y de las entidades federativas. Y es que, las secuelas de la violencia infantil van más allá del dolor físico. Estudios de la OMS muestran que los menores que experimentan violencia son propensos a desarrollar trastornos de ansiedad, depresión y conductas de riesgo, como el consumo de drogas o el tabaquismo. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó que, aunque se han dado pasos hacia la erradicación de la violencia infantil, se requiere un compromiso más firme; por lo que propuso estrategias que incluyen apoyar a los padres y cuidadores en el uso de métodos disciplinarios no violentos; así como intervenir en las escuelas para fomentar habilidades sociales y vitales en los menores, lo cual prevendría el acoso escolar y reduciría los niveles de violencia entre pares. *Periodista | @JoseVictor_RdzPremio Nacional de Derechos Humanos 2017