Por Fabiola Sierra
La semana pasada el presidente de la República inauguró con bombo y platillo una pista del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles en Santa Lucía. De inmediato aparecieron en redes sociales las burlas, comparándolo con el proyecto del sexenio pasado y que López Obrador canceló, vía consulta popular, aduciendo un gasto innecesario y una mancha de corrupción total.
Los lopezobradoristas aparecieron de inmediato a defender a su líder. Sus argumentos principales, se basan en que, lo presentado el pasado jueves, es sólo el arranque de lo que será una magnífica obra de la infraestructura mexicana.
Pero, si bien los ataques y las burlas forman parte del folclore mexicano, vale la pena hacer un análisis serio que nos permita tener claridad y poder diferenciar entre lo que deseamos, lo que se nos ofrece y lo que realmente tendremos.
Los elementos principales para la construcción de un aeropuerto son, el análisis aeronáutico del espacio aéreo, sobre todo conociendo las complejidades que caracterizan la región, los proyectos de conectividad y el Plan Maestro que en este caso, considera 20 proyectos de construcción, incluyendo en el mismo las bases de complementariedad con el AICM y con Toluca.
Entre los proyectos más importantes se encuentran la torre de control, dos pistas, la expansión de la pista militar, un edificio terminal para pasajeros con 38 puertas de embarque, un estacionamiento para 4 mil vehículos, una red subterránea de cables eléctricos y otra para servicios de voz y datos, un área para vivienda, entre otros.
La realidad es que el Plan Maestro no lleva un avance trascendente. Actualmente, la obra negra del edificio terminal aún no concluye y faltan aspectos centrales como el sistema de bandas y despacho inteligente de equipaje, además faltan por terminar obras esenciales, como drenaje, agua potable, sanitarios, electrificación, climatización, sistemas informáticos y mostradores. Fuera del edificio y torre de control, están aún pendientes edificio de bomberos, estación de combustible, hangares, avituallamiento de aviones, talleres, aduana y servicios administrativos.
Asimismo, falta conocer los avances respecto a las certificaciones que se requieren para operar como un aeropuerto internacional, las tres certificaciones imprescindibles son de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) y la Administración Estadounidense de Aviación (FAA).
Hasta ahora y, gracias a la gran fiesta mediática de la que fuimos partícipes, el avance que hemos visto en Santa Lucía es: una techumbre de lámina a manera de bodega donde se encontraban los entusiastas asistentes al evento, una pista polvorienta escoltada por dos pipas lanzadoras de agua para controlar el material particulado dispersado en el aire que acompañaron el aterrizaje del avión del ejército, aterrizaje sin torre de control, habrá que decirlo. En realidad, no vimos la inauguración de un aeropuerto, lo que vimos fue una pista militar mal terminada, sin señalamiento ni personal. Vaya, una carretera en línea recta, de esas que la SCT de antaño hubiera construido en tan sólo seis meses.