“Cuando inventé la web, no tuve que pedirle permiso a nadie”: Tim Berners-Lee.
Cuando en 1989 Tim Berners-Lee lanzó la World Wide Web, un proyecto global de hipertexto que permitiría al mundo trabajar conjuntamente en la red, tomando ventaja al Departamento de Defensa de Estados Unidos, que experimentaba con un algo similar llamado Arpanet, de donde derivó la palabra Internet, nunca pensó que su programa para almacenar información sería el gran invento revolucionario de finales del siglo XX y principios del XXI.
Los aportes del brillante físico británico no quedaron sólo en la www, también creó el HTML o lenguaje de marcas de hipertexto, con lo que dio forma a la supercarretera de la información que hoy conocemos simplemente como “la web”, que al paso de tres décadas ha sufrido vertiginosos cambios.
La primera fase, que duró de 1990 al 2001, cuando estalló la fiebre del “punto com”, es conocida como Web 1.0 y se refiere a la etapa temprana de su desarrollo. Se definía por sitios estáticos, simples y de contenido almacenado en archivos en el mismo lugar, no en una base de datos separada como ahora.
Después, de 2003 a 2010, se evolucionó a otra forma: la Web 2.0 o web social, que migró a un modelo de páginas con mejor transmisión de información y sencilla inter-operatividad, que permitía la colaboración entre usuarios. Es algo más activo, más dinámico y donde se puede formar parte de comunidades virtuales.
El siguiente paso es la Web 3.0 o web semántica, un término acuñado en 2011, que se define como el mayor uso de lenguaje en la red y su ejemplo más claro es la búsqueda de información por medio de palabras clave. A pesar del uso masivo, para muchos es una desconocida, por lo que vamos a enumerar sus diferencias más claras.
La Web 3.0 descentraliza la información. Ahora los datos ingresados o generados no son controlados por corporaciones, sino por cada persona y se comparten lo mínimo.
Otra característica es que se hacen búsquedas más inteligentes. Su sistema de etiquetado clasifica las páginas de internet, de tal forma que al usar un buscador no sólo se encuentra lo requerido, sino que se entiende la información obtenida. En esta fase, la Inteligencia Artificial (IA) juega un papel preponderante, debido a que sus motores de rastreo facilitan nuevas búsquedas, dan mayor rapidez y personalizan las preferencias del usuario.
El uso de sistemas de IA permite información más confiable porque elimina contenido no solicitado, con lo que el usuario aprende a distinguir entre algo original y algo falso. Esto multiplica en forma exponencial la cantidad de datos a los que se tiene acceso, porque deja de conectar documentos para conectar datos.
Podríamos seguir con más, pero el camino de la web es claro: va hacia lo 3D, con el Metaverso y otros proyectos en puerta, que nos darán la oportunidad de tener “un yo” virtual navegando y hablando con asistentes electrónicos realizando diferentes actividades.
La web ya es un amplio camino de innovación de servicios inimaginables, donde nacen emprendedores con diferentes oportunidades de empleo y negocio; pero, sobre todo, que cambian la vida y la forma de interactuar que quizás ni Berners imaginó.
Mientras tanto, esperaremos.
Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones por la UAM.
alejandro.delvalle@octopy.com